Historia SPORT
Cuando el dinero 'agita' tus principios
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El Slavia afronta este miércoles el partido del año en el Eden / SKSP.
La historia del Slavia daría perfectamente para varios libros e, incluso, para toda una saga de ‘best sellers’. El pasado de este club checo, uno de los tres de primera división con base en la ciudad de Praga, no se entiende sin una adecuada contextualización geopolítica. El club, fundado en 1892 por estudiantes nacionalistas que anhelaban formar un estado checo bajo unos valores progresivamente patrióticos, vivió años de bonanza hasta la primera mitad del siglo XX levantando 17 títulos en competiciones checoslovacas. Eso sí, desde la irrupción del Partido Comunista en el país que alcanzó su pleno apogeo tras su triunfo en las elecciones de 1946, el rumbo de la entidad cambió por completo.
Ganó la liga esa misma temporada, pero durante el régimen comunista que imperó en la ya extinguida Checoslovaquia hasta la Revolución de Terciopelo en 1989, el Slavia se limitó a merodear por la zona baja de la máxima competición cambiando el nombre del club en numerosas ocasiones (Acos Praha, Sokol Slavia, Dynamo Praha) e, incluso, bajó a la segunda división checa en un par de ocasiones en la década de los 60 ante las dificultades para encontrar financiación y estabilidad deportiva. Todo lo contrario que su rival de ciudad.
Con la capital como sede, el Slavia es el club más antiguo del fútbol checo y desde sus primeros pasos representaba a los intelectuales, mientras que el Sparta, su gran rival de siempre, recibía el apoyo por parte de la clase trabajadora y también del poder. Maniatado deportivamente, el Slavia fue despojado de su estadio original en la llanura de Letná y allí, a pocos metros, se construyó el que todavía hoy es el feudo del Sparta, lo que llevó a la entidad a desplazarse hasta Vrsovice, otro distrito al este de la capital checa.
La caída del muro de Berlín a finales de 1989 en primer lugar, la citada Revolución de Terciopelo (llamada así porque no hubo víctimas) y la posterior separación pacífica en 1993 que provocó el nacimiento de lo que hoy conocemos como la República Checa y Eslovaquia, dieron un vuelco radical al escenario futbolístico del país en general y de los ‘sesivani’ en particular. El Slavia volvió a asomar la cabeza entre los mejores del país, aunque no de forma definitiva, coincidiendo con la irrupción de algunos de sus futbolistas más laureados (Vladimír Smicer, Patrik Berger y un viejo conocido de la afición española, Radek Bejbl) y conquistando su primer título de Liga 49 años después en la campaña 95-96.
LOS MILLONES CHINOS ENTRAN EL CLUB
Si el primer paso para su “renacimiento” fue alejarse de las trabas del comunismo durante casi medio siglo, el segundo y definitivo llegó procedente del mismo camino del que venía huyendo. En 2015, casi al borde del descenso administrativo por impagos a jugadores que venía arrastrando desde 2011 y en una situación futbolística mediocre, apareció un actor inesperado en la vida del club checo y lo hizo con el deseo de aportar capital. ¿El problema? Era una empresa china. Este hecho causó una división significativa entre varios sectores de la afición del Slavia contrarios a este tipo de financiamiento, dado que procedía de un país con una amplia tradición comunista.
El ‘gigante’ CEFC China Energy, uno de los más consolidados del país, compró el 60% de las acciones del club (entre otras muchas inversiones que realizó en el país) para asegurarse el control de la entidad y también la continuidad del club. Una operación que le vino como anillo al dedo para mejorar su imagen de cara a la ciudadanía checa. Acababa de rescatar al club más longevo del país. Unos meses más tarde, el conglomerado asiático también compró el estadio e invirtió más de 35 millones de euros en su remodelación.
DOMINIO ABSOLUTO EN SU PAÍS
Los problemas financieros por los que atravesó la compañía provocaron que CITIC Group, de propiedad estatal de China, se hiciera cargo de la mayoría de sus activos en este país del este de Europa. Y, en noviembre de 2018, este grupo vendió una participación mayoritaria a Sinobo Group, una constructora también de capital chino, quedándose un paquete minoritario de las acciones.
La inyección económica aportada por estos dos grupos en estos años recientes (alrededor de 23 millones de euros solo en fichajes) les ha permitido convertirse en el dominador de su país y volver, de paso, a la máxima competición continental. Ahora, el Slavia sueña a lo grande jugando una fase de grupos de la Champions doce años después. Eso sí, sin olvidar sus raíces, readaptando sus principios y aceptando una realidad inimaginable hace tres décadas.
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