Vallecas resiste al fútbol moderno
La afición del Rayo Vallecano, sensible a los movimientos sociales, es una de las más singulares de LaLiga
El periodista Ignacio Pato realiza en el libro 'Grada popular' (Panenka) un relato histórico y social del club madrileño
Hablar del Rayo es hablar de Vallecas. Y en Vallecas "muchos se consideran antes vallecanos que madrileños", asegura Ignacio Pato, autor del libro, 'Grada popular', editado por 'Panenka'. En él describe, a través de ocho capítulos, cómo se gesta la relación entre los aficionados y sus respectivos clubes a través de la historia, los protagonistas que la construyen y las particularidades de cada lugar. Puede haber parecidos, pero toda afición surge de la sociedad que la rodea, con su historia, conflictos y particularidades geográficas, entre muchos otros elementos.
Así, no es lo mismo ser del Olympique de Marsella que del Liverpool, como tampoco lo es ser del Atlético que del Rayo Vallecano. Sí, existen paisajes comunes, puntos de encuentro, alegrías que recuerdan a la del vecino, pero no existe una grada igual que la otra. El autor, un madrileño residente en Barcelona, intenta describir estas diferencias huyendo de cualquier tópico. No es un trabajo sencillo en un mundo en el que la globalización ha inundado con las mismas melodías estadios tan distintos como Old Trafford, el Olímpico de Roma o Mestalla, por poner tres ejemplos no tratados en esta obra que emana amor por el fútbol desde un punto de vista histórico y sociológico. Pato, en un ejercicio empírico, realizado sobre el terreno, se sumerge en las entrañas de cada club en busca de aquello que les diferencia del resto.
Quienes habitan en Vallecas, escenario en el que el autor se siente en casa, forman parte de la investigación callejera que nos regala 'La Grada'. "Tradicionalmente el voto ha sido de izquierdas, con quien tienen más sensibilidad", asegura. Ello ayuda a explicar episodios como el vivido en 2017, cuando desde el fondo sur, 'Bukaneros', el grupo más activo del estadio, obligó al ucraniano Roman Zozulia a marcharse a las pocas horas de llegar al club por su ideología nazi, de la que existen pruebas irrefutables.
Tampoco encajaba en los valores de una afición singular y comprometida con la construcción de una sociedad donde el machismo no debería tener cabida la contratación de Carlos Santiso para entrenar al equipo femenino. El técnico, en una etapa anterior, había realizado comentarios tan desafortunados, incluso en privado, como el siguiente: "Nos falta coger a una, pero que sea mayor de edad y cargárnosla todos juntos". Esta vez no lograron su cometido porque el presidente, Raúl Martín Presa, también muy discutido por el sector más activo de los rayistas, no dio su brazo a torcer.
En un fútbol en el que los clubes más poderosos han instaurado una especie de dictadura de la victoria, entidades como el Rayo Vallecano sobreviven gracias "al sentimiento de comunidad, a la memoria y la resistencia a las sinergias del mercado, incluso del capitalismo", reflexiona Pato, que no comulga con eso de que “o triunfas o fracasas”, un dogma que "también pasa en la vida". Y es que "es muy difícil ganar en el fútbol, muy pocos lo hacen". Por eso no deja de ser un ejemplo de resistencia ver cómo "el otro día en Vallecas celebraban la permanencia".
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