Ter Stegen es humano

Un paradón de Ter Stegen y el larguero evitaron que el Dortmund apretase el marcador

Un paradón de Ter Stegen y el larguero evitó que el Dortmund apretase el marcador / MEDIAPRO

Sergi Capdevila

Sergi Capdevila

En múltiples ocasiones los aficionados al fútbol tendemos a mitificar, a glorificar, a ‘endiosar’ (ni sé si esa palabra existe) a los jugadores. En buena parte de los casos es algo desmedido, exagerado, pero en otros el futbolista en cuestión justifica ese aura. En este último saco pondríamos a Marc-André Ter Stegen. El germano es la fiabilidad silenciosa, el trabajador que lo hace todo bien, que no se queja, que rema, que suma, que cae en gracia. A pesar de vivir un primer curso a la sombra de Claudio Bravo, esperó paciente que todo cayera por su propio pie y ya desde su segunda temporada se ha convertido en una pieza indispensable en la portería azulgrana. No entendemos a un Barça sin la figura del teutón bajo palos. Un gráfico de alineaciones sin su nombre serigrafiado es para nuestra vista como algo que no puede ni quiere concebir.

Año a año, partido a partido, el ex del Mönchengladbach no ha dejado de crecer y de hacerse grande en una demarcación tan delicada históricamente en el Barça como es la de portero. Marc-André se ha erigido en una especie de robot perfecto, una máquina de salvar goles y de solucionar partidos muy muy peliagudos y que sin su concurso no hubieran caído del bando azulgrana. Un guardameta con un juego de pies brutal y capaz de teledirigir balones a cualquier compañero en cualquier ubicación sobre el terreno de juego. Acostumbrados a la excelencia, cuando falla es como que el mito se nos viene un poco abajo. Nada más injusto, puesto que pretender que no cometa ni un error es algo tremendamente egoísta.

DOS SEMANAS 'TERRENALES'

Es por eso que estas últimas intervenciones un poco desafortunadas del germano han generado un poco de ‘desilusión’, por así decirlo. En el Reale Arena, a pesar de no ser el culpable directo de ninguno de los dos goles, en ambos no toma seguramente la mejor decisión. En el primero hace una salida mal medida y no consigue rechazar el córner del equipo local; luego es cierto que el penalti lo comete Busquets. En el segundo, un centro lateral lo desvía con la mala suerte que cae a los pies de Isak, que no perdona. Un centro que podría haber dejado pasar, puesto que no hay nadie esperando el remate (ahí habría que señalar también a los defensas que no le avisan).

Anteriormente, en el 5-2 del Camp Nou contra el Mallorca tampoco está nada acertado en el segundo tanto balear. Otra salida mal medida y gol de Budimir de cabeza. Evidentemente nada preocupante, pero son detalles que bajan un poco a lo terrenal a un futbolista que tenemos como la perfección personificada.