Romea, fútbol y banca

Francisco Romea defendió la camiseta del FC Barcelona la temporada 1969-70

Francisco Romea defendió la camiseta del FC Barcelona la temporada 1969-70 / FCB - Seguí

David Salinas

David Salinas

Francisco Romea Hernando, jugador del FC Barcelona la temporada 1969-70, fue una apuesta personal del entonces secretario técnico azulgrana Domènec Balmanya. Lateral izquierdo con vocación ofensiva −sus primeros pasos en el fútbol fueron como delantero−, aterrizó en el Camp Nou procedente del Badalona por 450.000 pesetas. La inestabilidad en el banquillo barcelonista, por aquel entonces más silla eléctrica que nunca −pasaron tres entrenadores−, y la competencia frenaron su proyección en un Barça que no tenía paciencia alguna con los jóvenes.

Natural de Montón, localidad situada en la Ribera del Bajo Jiloca (Zaragoza), Romea nació el 3 de diciembre de 1946. Su primera incursión seria en el mundo del balompié fue con el Ejea de los Caballeros, que militaba en Tercera División y, por ser menor de edad, jugó con autorización paterna. Sus buenas actuaciones como ariete lo catapultaron a la selección juvenil aragonesa y española.

Siguió en el equipo ejeano hasta que su padre, por razones laborales, fue trasladado a Barcelona. El Badalona, entonces en Segunda División, le echó la red en marzo de 1966 (tenía 19 años) y se adelantó, entre otros, al Valladolid, que también se había fijado en Romea. Con el equipo costeño jugó lo que restaba del curso 1965-66 hasta el 1968-69, y siempre bajo las órdenes de Antonio Argilés, mito del RCD Espanyol, que acabó reconvirtiéndole en lateral.

Balmanya, su valedor

Balmanya pescó en el Badalona de una sola tacada a Josep Franch y Francisco Romea en septiembre de 1968, aunque el aragonés no pudo incorporarse hasta el curso siguiente (1969-70) por encontrarse cumpliendo el servicio militar en Barbastro. El Barça, pese al esfuerzo que hizo para reclamar al jugador a Catalunya, acabó tirando la toalla y para que Romea no perdiera ritmo de competición accedió a que jugara en el Atlético Monzón primero y en el Barbastro, después.

Tras cumplir con la Patria y licenciarse, el jugador llegó al FC Barcelona, conjunto con el que se había comprometido por tres temporadas. Debutó el 17 de septiembre de 1969 en un duelo contra el Odense (4-0) de la Copa de Ferias, de la mano de Salvador Artigas, sustituyendo a Eladio. El segundo partido, el 26 de octubre, contra el Sevilla, lo jugó bajo las órdenes de Josep Seguer. El técnico catalán sí confió en Romea, pero los malos resultados lo apartaron del banquillo y su lugar lo ocupó el inglés Vic Buckingham, con quien solo jugó cuatro partidos.

El jugador vio que las puertas del Barça se le estaban cerrando y aceptó seguir creciendo lejos del Camp Nou. La temporada 1970-71 formó parte de la operación del fichaje de Juan Manuel Asensi y se fue al Elche, donde estaba Salvador Artigas, pero otra vez los malos resultados condenaron al que fuera jugador azulgrana antes de la Guerra Civil. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido en el Barça, Romea se mantuvo como titular con los entrenadores que llegaron después: Otto Bumbel y Roque Olsen.

Después del Barça

Con el cuadro ilicitano jugó en calidad de cedido por el Barça dos temporadas y las siguientes (1972-73 y 1973-74) lo hizo ya como jugador del Elche. En su último año se lesionó en el campo de la UD Las Palmas. Sufrió una rotura en el tobillo que lo apartó del fútbol desde octubre de 1973 a marzo de 1974. El Levante fue el nuevo destino de Romea, que tenía cartel en la zona. Aquí fue dirigido por Ferdinand Daucik (1974-75) y Dagoberto Moll (1975-76), ambos con pasado azulgrana. En las dos campañas solo acumuló siete partidos.

Romea tenía la cabeza ya fuera del fútbol a sus 29 años. Pero no había perdido el tiempo. Invirtió en su futuro estudiando contabilidad y también aprobó, en Murcia, el cursillo para obtener el carnet de entrenador nacional. Estaba preparado para una nueva etapa de su vida. Tras dejar el Levante tuvo una oferta del Mallorca, que rechazó por otra de una entidad bancaria, el BBV. De lleno en un mundo nuevo, Romea aprovechó sus destinos en diferentes sucursales para alargar su trayectoria futbolística. Así, jugó en la Peña de Fustiñana, Tauste y Ejea de los Caballeros (1979-80 y 1980-81), donde volvió a su posición originaria en la punta del ataque.

El gusanillo del fútbol también lo empujó a vivir su gran pasión desde el banquillo sin renunciar a su trabajo. Dirigió al Corellano, Cortes y Tudelano, este último en septiembre de 1990. También fue técnico del Mérida entre diciembre de 2003 y enero de 2004. Antes había estado como segundo de Juan Señor en el equipo emeritense.

Romea, ya jubilado, reside entre Zaragoza y Ejea de los Caballeros y es miembro de la Agrupación de Jugadores del FC Barcelona. Tiene 75 años y enviudó el pasado mes de junio, cuando su esposa, Montserrat Montañés, falleció a los 67 años después de luchar contra el cáncer.