Roberto: adiós a la ‘dinamita’ brasileña

Azulgrana entre enero y marzo de 1980, falleció el pasado domingo en Río a los 68 años

Especialista en el arte del gol en su país, no exhibió su explosiva munición en el Camp Nou. Llegó para sustituir a Krankl y acabó superado por la soledad y el ostracismo de Herrera

Roberto, el día que inauguró su estatua en el campo Sao January, el 28 de abril de 2022. El brasileño fue ídolo indiscutible para la ‘torcida’ del Vasco

Roberto, el día que inauguró su estatua en el campo Sao January, el 28 de abril de 2022. El brasileño fue ídolo indiscutible para la ‘torcida’ del Vasco / AFP

David Salinas

David Salinas

El pasado domingo falleció Carlos Roberto de Oliveira (Duque de Caxias, Río de Janeiro, 13 de abril de 1954), delantero brasileño que defendió la camiseta del FC Barcelona entre enero y marzo de 1980. Especialista en el arte del gol —fue apodado en su país ‘Dinamite’ por su explosividad y munición ilimitada— e ídolo total de la ‘torcida’ del Vasco da Gama, fue un fichaje fallido. Inadaptación al fútbol europeo, nostalgia, decisiones técnicas y la crisis deportiva azulgrana jugaron en su contra.

La temporada 1979-80, con Quimet Rifé al mando, el Barça arrancó tímido e inestable. El equipo no enlazó más de dos victorias consecutivas en todas las competiciones y aparecieron los nervios. El delantero austríaco, Hansi Krankl, no tenía la efectividad mostrada en la anterior campaña (36 dianas en 41 partidos) y Rifé le puso la cruz. Y eso que había hecho olvidar al mismísimo Johan Cruyff...

El técnico catalán entendía que Krankl tenía que rendir de igual forma en casa que fuera, además de sacrificarse más para el equipo en defensa. El jugador respondió con actos de indisciplina y empezó un cuerpo a cuerpo entre el entrenador y la figura barcelonista. Rifé no se arrugó, mostró galones y dejó citas premonitorias: “A este hay que bajarle los humos” o “yo sería capaz de sentar en el banquillo a mi padre”. Perdió Krankl, que se fue cedido al Rapid de Viena, su equipo de origen. Fue entonces cuando el Barça fichó a Roberto.

Ídolo del Vasco da Gama

El precio del brasileño rondó los 55 millones de pesetas. No era un desconocido. Había estado con la ‘canarinha’ en el Mundial de Argentina 1978 (5 partidos y 3 goles) y en el de España 1982 (no jugó). Además, venía avalado por una exitosa hoja de servicios en el Vasco da Gama (235 goles en 355 partidos) donde era un ídolo total.

La afición del equipo cruzmaltino siempre tuvo una especial devoción por Roberto

La afición del equipo cruzmaltino siempre tuvo una especial devoción por Roberto / AFP

Debutó en un Barça-Almería (2-0) en el Camp Nou el 20 de enero de 1980. Y lo hizo dejando constancia de su idilio con el gol al firmar los dos en la recta final del partido, el primero de penalti. De todas formas, según las crónicas de la época, no entusiasmó a la parroquia barcelonista, que esperaba mucha más ‘dinamita’ en sus acciones.

En el segundo partido, también en el Camp Nou y de Liga, contra el Zaragoza (2-0), falló un penalti. A partir de ahí llegaron los malos resultados, que acabaron sentenciando a Rifé. Con Quimet, Roberto jugó 10 partidos y marcó tres goles, el doblete ante el Almería en el debut y uno contra el Nottingham Forest en la vuelta de la Supercopa de Europa (de penalti), título que se le escapó al Barça. El jugador aseguró que no era ningún salvador y que “el fútbol se practica en conjunto, no solo individualmente”.

La prensa y la afición no tuvieron piedad de Roberto. Que si no tenía categoría para jugar en el Barça, que le perjudicaba el clima (entonces frío), que no estaba acostumbrado a jugar con un balón más pesado con el que jugaba en su país... Tomó el mando Helenio Herrera, que debutó con un decepcionante empate a cero contra el Sporting en el Camp Nou y con Roberto en la punta del ataque. 

El ‘Mago’ tuvo suficiente con un partido del ‘9’ y ya no volvió a contar con Roberto. “Es un buen jugador para el estilo brasileño”, se limitó a comentar el veterano técnico. Roberto entendió que su recorrido en el Camp Nou tocaba a su fin. Y lo constató cuando un directivo le dijo que podía seguir en la entidad, pero que no jugaría y solo podría entrenarse. 

Nostalgia

Llegó a su límite por la presión y, especialmente, por la soledad. El vestuario del Vasco era una segunda familia para él y en el del Barça se encontró completamente solo y, además, los resultados no acompañaban. Le ganó la melancolía y así lo reconoció en una entrevista a ‘France Football’ años después: “Pasé la mayor parte del tiempo pensando en mi país y solo lograba quedarme dormido con la camiseta del Vasco puesta. Y no era una reacción infantil... siempre he sido así”. 

Roberto forzó para regresar a Brasil y a finales de abril de 1980 recaló en el Vasco, aunque el Flamengo llegó a pujar por él. Reapareció discretamente en un partido contra el Nautico, pero volvió por sus fueros a principios de mayo ‘dinamitando’ Maracaná: marcó los cinco goles del equipo cruzmaltino contra el Corinthians (5-2) para alegría infinita de la afición vascaína.

Permaneció en el Vasco hasta 1989 para continuar su carrera fugazmente en la Portuguesa. Regresó al Vasco en 1990, se fue al Campo Grande en 1991 y colgó las botas en el Vasco, el club de su vida, en 1992, con el que jugó 1.109 partidos y anotó 707 goles, además de presidirlo entre 2008 y 2014. También hizo varias incursiones en el mundo de la política entre 1994 y 2010: fue diputado socialdemócrata en el estado de Río de Janeiro. 

El fallecimiento de Roberto lo anunció el Vasco da Gama el pasado domingo 8 de enero. Tenía 68 años y en enero de 2022, a través de sus redes sociales, comunicó que sufría un cáncer en el intestino y había pasado por el quirófano. Murió en el Hospital Unimed de Río, donde se encontraba internado.