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La noche en la que Sampaoli anuló a Messi

El entrenador del Sevilla se coronó el 4 de julio de 2015, cuando ganó la final de la Copa América ante Argentina: su dibujo sirvió para contrarrestar todo el talento de Leo. Cumplido su sueño de dar el salto a Europa, Sampaoli repite el desafío de frenar al ‘10’

Sampaoli alzó a Chile hasta lo más alto

Sampaoli alzó a Chile hasta lo más alto / sport

Javier Giraldo

Jorge Sampaoli, nuevo técnico del Sevilla, pasó varios años trabajando en un banco y soñando con ser entrenador: solía recorrer a menudo los 60 kilómetros que le separaban de Rosario para ver los entrenamientos de Marcelo Bielsa en Newell’s Old Boys, imaginando la posibilidad de dibujar desde una pizarra el partido perfecto. Su sueño podría haberse quedado en la cuneta, como tantos otros, pero después de forjar su carrera como entrenador en un puñado de equipos modestos de Argentina (Aprendices de Casilda, en su pueblo natal, Belgrano de Arequito, Colón de Santa Fe), de Ecuador y de Perú, le llegó el turno de dirigir a uno de los grandes del continente sudamericano, Universidad de Chile. Fue su trampolín a la gloria: en 2012, fue nombrado seleccionador de Chile. Disputó el Mundial de Brasil, donde fue eliminado en octavos por el anfitrión. Su momento aún estaba por llegar, concretamente un año después, en julio de 2015, en la Copa América organizada por Chile. Sampaoli por fin pudo plasmar sobre el terreno todo lo que había imaginado durante años: el partido perfecto, y en unas circunstancias especiales, la final de la Copa América ante su país, Argentina, liderada por el mejor futbolista del mundo, Leo Messi.

Era el 4 de julio de 2015. Sampaoli afrontó con serenidad el mayor reto de su carrera como entrenador, anular al mejor jugador del mundo. Y supo aplicar una de las máximas de cualquier entrenador, obtener el máximo beneficio posible de sus jugadores. Chile tenía menos calidad que Argentina, pero a la hora de la verdad, tuvo mucha más intensidad y concentración, uno de los puntos básicos del ideario de Sampaoli. Para preparar aquel partido ante Messi y compañía,  el entrenador argentino sembró el campo de trampas. Consciente de que era imposible frenar al ‘10’ con un marcaje al hombre, dispuso hasta tres barreras ‘anti-Messi’: primero, su ex compañero en el Barça Alexis Sánchez, un pulmón a la hora de presionar en primera línea, dispuesto a sacrificar su talento en ataque para convertirse en la primera trinchera para Messi. Después, una línea de tres jugadores en el centro del campo, formada por Arturo Vidal, Marcelo Díaz y Aránguiz. Los tres se emplearon a fondo para detener a Leo, pero sobre todo, Vidal, un auténtico perro de presa en labores defensivas. Casi tanto como Gary Medel, uno de esos futbolistas de escaso talento pero que parecen nacidos para amargarle la vida al rival. Medel, ex del Sevilla, jugó de central y en la primera parte ya emitió un mensaje inequívoco de lo que iba a ser el partido; una patada en el pecho a Messi, por si el ‘10’ tenía alguna duda de lo que le esperaba. El 4-3-1-2 que había dibujado Sampaoli surtió efecto. Chile apenas generó fútbol, pero enjauló a Messi. Fue uno de los peores partidos de Leo con su selección. 

El partido acabó sin goles. Tampoco los hubo en la prórroga. Y los penaltis sonrieron a Chile: marcó Messi, pero fallaron Higuaín y Banega. Chile celebraba su primer título en casa y ante el máximo rival gracias a la mejor obra de Jorge Sampaoli desde un banquillo. Su hazaña le convirtió en un héroe nacional en Chile, aunque pocos meses después, a primeros de 2016, su idilio con la federación chilena (ANFP) se rompió en pedazos tras la llegada a la presidencia del ex futbolista Arturo Salah. Llegó a decir que se sentía “un rehén” en Chile. Superado ese mal trago, Sampaoli ya entrena en Europa. Y mañana volverá a intentar anular al mejor jugador del mundo.