El mayor escándalo vivido en el Estadi

El 6 de junio de 1970, el joven árbitro vasco Guruceta se inventó un penalty a favor del Real Madrid y la armó.

Aquel 6 de junio de 1970 los ánimos de la afición blaugrana estaban un poco exaltados. Y es que en el partido de ida de los cuartos de final coperos el inefable árbitro navarro Zariquiegui había dado por válido el segundo tanto del Real Madrid, tras iniciar Amancio la jugada en claro de fuera de juego.

Pero en fin, quien más quien menos ya estaba acostumbrado al favoritismo de los trencillas hacia el cuadro capitalino y ahora lo que tocaba era apoyar al Barça para que lograra superar el 2-0. En las taquillas se había colocado el día anterior el cartel de 'no hay entradas'. Se presagiaba un espectáculo de primer orden y ni siquiera el capitán general Alfonso Pérez Viñeta ni el gobernador civil Tomás Pelayo Ros, querían perdérselo y flanquearon a Agustí Montal en el palco. La dirección del juego fue encomendada a un joven colegiado vasco José Emilio Guruceta Muro, de 28 años, que había debutado aquella temporada en Primera División y estaba considerado el árbitro más prometedor del fútbol español.

El guión estaba claro: el Barça debía salir desde el primer momento a por todas. Y así fue. Puso todo el empeño que, por cierto, le había faltado -injusticias arbitrales, aparte- en el Santiago Bernabéu.

La porfía blaugrana tuvo su premio al filo del descanso cuando Rexach remató cruzado y el balón tras dar en los dos palos, se coló en la portería del asturiano Junquera. El delirio y la esperanza se apoderaron del Camp Nou. Quedaba toda una segunda parte para lograr la hazaña.

Pero las esperanzas se desvanecieron en el fatídico minuto 59, cuando, en plena presión local, se produjo un rápido contragolpe blanco. Velázquez corrió raudo y veloz hacia el área blaugrana pero un par de metros antes de entrar en ella, Quimet Rifé le hizo una carga. El centrocampista merengue, tras tropezar, cayó dentro del área y Guruceta, que seguía la acción desde lejos, en medio del estupor general, señaló penalty. Y ardió Troya.

Los jugadores blaugrana protestaron airadamente en medio de una bronca espectacular y lanzamiento de almohadillas generalizado. Rifé hizo, incluso, un amago de retirada del campo.

Tras varios minutos de interrupción, Amancio lanzó la pena máxima y puso el marcador con empate a uno. El capitán Eladio se fue directo hacia el árbitro y le espetó, según el acta, un "eres un madridista, no tienes vergüenza", lo que le valió la expulsión. El de Sabadell se resistió a dejar el terreno de juego, aunque al final sus compañeros le convencieron.

Pero los ánimos ya estaban exaltados al máximo tanto sobre el terreno de juego como en las gradas que, desde aquel momento, no dejaron de abroncar al colegiado y a los jugadores de Miguel Muñoz. Los espectadores tiraban toda clase de objetos y cada vez se hacía más difícil jugar. Un posible penalty a Rifé aumentó todavía más la tensión.

Y, a diez minutos del final, comenzaron a saltar espectadores al campo de juego. La policía se veía incapaz de frenar aquel alud humano y Guruceta decidió suspender definitivamente el partido.

Sobre el césped del Camp Nou se pudo ver una espontánea manifestación de barcelonismo. Cientos de culés, pacíficamente y enarbolando banderas blaugrana, gritaron a viva voz consignas contra el árbitro, el centralismo y el Real Madrid. Y varios jugadores barcelonistas fueron alzados a hombros, como los toreros, en su camino hacia los vestuarios. Nunca se había visto algo así en el Camp Nou.

Buena parte de los 'invasores' fueron retirándose del césped pero los últimos que se quedaron tuvieron que sufrir la brutalidad de la policía, que entró a saco, pegando porrazos por doquier. Fue entonces cuando desde las gradas se oyeron gritos de 'Policía, asesina', algo realmente insólito en aquellos tiempos de dictadura. Las cargas continuaron fuera del recinto, provocando escenas de pánico entre gente que ni siquiera había tenido relación con los incidentes.

No hace falta decir que los días y semanas siguientes fueron de lo más calientes. Y es que el 'caso Guruceta' traspasó el ámbito estrictamente deportivo. En Catalunya, muchos lo vieron como un nuevo ataque del franquismo y el centralismo contra el país.

Agustí Montal fue muy crítico -a la vez que comprensivo con sus jugadores y su público- y pidió un cambio radical en todos los estamentos del fútbol español. Bernabéu, chulesco como siempre, decía que el penalty era clarísimo y Guruceta no daba la más mínima señal de arrepentimiento. Al contrario.

Declaraciones de todo signo inundaron todos los medios de comunicación. Nunca antes una polémica arbitral había levantado tanta polvareda.

El Comité de Competición, cuatro días después, sancionaba al FC Barcelona con la máxima multa, 90.000 pesetas y aviso de cierre del campo, desestimaba la repetición del match, castigaba a Eladio con dos partidos y suspendía por seis meses a Guruceta. Esto último provocó la indignación del presidente del Comité de Arbitros, José Plaza, de reconocido antibarcelonismo, que, tras hacer unas duras declaraciones, dimitió.

La Junta Directiva del Barça recusó de por vida a Guruceta y la afición barcelonista decidió convertir el apellido del árbitro vasco en sinónimo de insulto. Aquel 6 de junio de 1970 marcó, desde luego, la historia del Camp Nou y del Barça.

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