Llorens, infantería en el marco

Suplió su falta de centímetros para el puesto (1,64 m) con entrenamiento y un compromiso ilimitado sobre el terreno de juego. Cumplió su sueño de jugar en el Barça y, posteriormente, puso todo su saber y experiencia al servicio de las nuevas generaciones

Guardameta, forjador de nuevos valores y técnico del primer equipo, fue un símbolo del fútbol formativo

Sustituyó a Plattkó en la famosa final de Copa de 1928, en Santander, y ganó la primera liga de la historia (1928-29)

Dos imágenes de Llorens. En su época de jugador y en la de entrenador del FC Barcelona

Dos imágenes de Llorens. En su época de jugador y en la de entrenador del FC Barcelona / Archivo y Antoni Campañá

David Salinas

David Salinas

La historia de Ramon Llorens es la crónica de una superación. Guardameta del FC Barcelona, hizo realidad el sueño de su vida después de ganar el partido contra su familia (su padre se opuso a que perdiera el tiempo deteniendo balones) y su propia naturaleza: fue el portero de menor estatura en defender el marco azulgrana (1,64 m). El 'Nanu' —apodado así por Pep Samitier— estuvo 53 años al servicio del club, como jugador y entrenador, especializándose en la captación y formación de nuevos valores. Fue un entusiasta defensor del inagotable vivero barcelonista y trabajó codo con codo con el cazatalentos Josep Boter.

Ramon Llorens Pujadas nació el 11 noviembre de 1905 en el barrio barcelonés del Poble Sec y su futuro apuntaba a seguir los pasos de su padre Josep en el taller de peletería y curtidos que regentaba. Astuto, Ramon le decía que iba al cine, o con los amigos, pero iba a jugar... Un día su progenitor lo siguió y ‘cazó’ in fraganti. Llorens lo detuvo todo y el público lo recompensó con aplausos y gritos de ánimo. A partir de entonces contó con el apoyo incondicional de Josep.

El sueño

Empezó a jugar cuando tuvo dinero (10 pesetas, ahorradas céntimo a céntimo) para pagar la cuota de socio, el 20 de enero de 1920 (número 2.642). Entonces los abonados tenían el derecho a jugar. Se alineó en los cuartos equipos, concretamente en el 'Ben Avinguts' hasta los 17 años (entrenaban a las seis de la mañana). Fue seleccionado por el húngaro Jesza Poszony para jugar en el equipo Amateur y ganó el campeonato de Catalunya de la categoría junto a Just, Manuel Parera, Arnau y Antonio García. Fueron recompensados por Gamper con 50 duros. 

Pasó después por el tercer equipo y por el reserva hasta llegar al primero a finales del curso 1925-26, aunque le costó desbancar a Ferenc Plattkó, entonces titular indiscutible en el marco barcelonista. Firmó un contrato por cinco años. “Jugar en el Barcelona y ganar dinero fue un sueño fantástico”, reconoció. 

Estuvo en la célebre final de Copa de 1928, en Santander, en la que reemplazó al lesionado Plattkó en el segundo y tercer partido contra la Real Sociedad; ganó la primera Liga (1928-29) y se alineó en la peor derrota del Barça en competición oficial, un 12-1 en Liga en San Mamés el 8 de febrero de 1931, un partido anormal que ha pasado a la historia como el de “huelga de piernas” por reclamar algunos jugadores más ingresos económicos.

Llorens sacó ventajas de su escasa talla para el puesto haciendo gala de una agilidad felina, una impecable colocación y un poderoso salto. En una entrevista explicó que se entrenaba en su casa: “Tenía balones colgados del techo en una habitación y dedicaba horas y horas al ejercicio del salto. De esta forma llegué a adquirir una flexibilidad que me permitía llegar a donde llegaban los demás”. 

Anecdotario

De conversación fácil y amena, Llorens almacenó cientos de fotos y recortes de prensa para mantener vivos sus recuerdos. Y siempre sorprendía con divertidas y simpáticas anécdotas. En una ocasión, el 7 de diciembre de 1930, salió del campo de Les Corts a hombros después de exhibirse en un Barça-Athletic (6-3) de Liga. La afición le lanzó sombreros, chaquetas, puros y monedas. Y lo llevó en volandas hasta su domicilio, aunque “al llegar a Sants logré bajarme y escabullirme”, recordaba. Y en Irún, con motivo de la inauguración del estadio Gal, en septiembre de 1926, jugó dos partidos (2-2 y 1-3) ante el Real Unión y estuvo acertadísimo, además de combativo. El Príncipe de Asturias, Alfonso de Borbón, en el palco, felicitó a Llorens por su actuación. También lo hizo el dictador Miguel Primo de Rivera: “Si todos los de infantería fuesen como usted, no habría nunca ninguna guerra perdida”. Y cuando un derbi terminaba con victoria azulgrana recordaba que, en su casa, “nos comíamos un 'tortell' y descorchábamos una botella de champaña”.

Causó baja en 1933 y luchó en el frente de Aragón durante la Guerra Civil. Regresó ileso pero los bombardeos de la aviación fascista, en marzo de 1937, alcanzaron su domicilio y resultó herido.Su hija se salvó gracias a un cuadro que hizo de pantalla sobre las barandillas de la cuna.

Entrenador

En agosto de 1938 empezó a entrenar al equipo amateur e infantil del Barça, a los que hizo campeones de Catalunya. Dejó el club en 1940, tras ser inhabilitado 8 años por la FEF, para dirigir al Reus, Terrassa, Lleida y Tortosa, regresando a Les Corts la temporada 1945-46 como segundo de Samitier y entrenador del amateur. Con este conjunto se proclamó campeón de España de la categoría en 1949, derrotando al Indautxu (3-2), y en 1952, superando al Marín (4-1). Descubrió a Calvet, Munlloch, Riba, Rodri, Sadurní, Biosca, Brugué, Bosch, Olivella, Manchón, Vergés, Aloy, Tejada, Fusté… Hombre de club, permaneció en el cargo hasta el ejercicio 1960-61 para desarrollar después otras funciones. En dos ocasiones se hizo cargo del primer equipo: en 1934, en un duelo de Copa ante el Constancia por no poder hacerlo Ramón de Zabalo, y en 1950, después de que Enrique Fernández presentara la dimisión ante la Junta por los malos resultados. Fue el míster en once partidos.

Fue homenajeado por el Barça el 15 de junio de 1952 en un duelo contra el Niza (8-2). Pese al calor ‘africano’ —así se refirió Rosalén al tiempo— Les Corts registró un llenazo y Llorens, emocionado, comentó: “Me creía obligado a darlo todo por el club, pero ahora me siento todavía más atado a él”. Falleció el 4 de febrero de 1985 en su domicilio de la calle Enric Granados a consecuencia de una parada cardiorrespiratoria. Tenía 79 años. El 10 de febrero de 1985, antes de un Barça-Murcia (6-0) de Liga, el Camp Nou lo recordó con un emotivo minuto de silencio.

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