Juanito, la perla gaditana

En el caso de Juan García Torres se hizo realidad el sueño del niño: llegar al FC Barcelona. Nunca cesó en el empeño hasta lograrlo, aunque fuera solo para jugar una temporada

Interior pícaro y de una gran habilidad, fichó por el Barça en 1968 procedente del Cádiz

Juanito, en una imagen de la temporada 1968-69, en el Camp Nou

Juanito, en una imagen de la temporada 1968-69, en el Camp Nou / FCB

David Salinas

David Salinas

Vive entre Cádiz y Chiclana, participa en los encuentros que organiza anualmente la Agrupación de Jugadores del FC Barcelona y, pese ser azulgrana solo una temporada (1968-69), Juanito se enorgullece de haber hecho “realidad” el sueño de su vida.

Juan García Torres, nacido el 10 de febrero de 1946 en Cádiz, siempre tuvo entre ceja y ceja enfundarse la camiseta del FC Barcelona. Y a las pruebas hay que remitirse… “Cuando el Barça acudía al Trofeo Carranza iba a esperar al equipo en la estación y tenía los autógrafos de la mayoría de jugadores. Hablamos de 1959, 1961, 1962 y 1963”, recuerda. Además, después de acabar su etapa escolar con 15 años y, con el permiso paterno, viajó a Barcelona para acercarse a su objetivo.

En la Ciudad Condal se instaló en casa de unos tíos y, además de introducirse en el mercado laboral —fue aprendiz de electricista y después en un taller de encuadernación—, se enroló en el equipo juvenil del Ausias March. Había empezado a jugar al fútbol en el colegio gaditano de La Mirandilla y destacaba por su picardía y arrojo pese a su fragilidad física. De ahí el diminutivo, Juanito, que reforzaba con su rostro aniñado.

Su habilidad no pasó desapercibida en Barcelona y fue seleccionado en un partido de prueba para entrar en la Escuela de Futbolistas que dirigía el mítico Ladislao Kubala. Sin embargo, por enfermar su padre, trabajador en los astilleros de Cádiz, Juanito se vio forzado a dejar Barcelona. Volvió a su tierra y mantuvo la esperanza de poder regresar jugando con el equipo del Centro Berchmans primero y El Balón —filial del Cádiz—, después.

El Cádiz

La temporada 1964-65, con 18 años, debutó con el primer equipo, en un Cádiz-Málaga (1-0) celebrado el 27 de septiembre de 1964. Juanito estuvo cuatro temporadas con el conjunto de su ciudad natal, siempre en Segunda, y con la camiseta amarilla se dio a conocer por su habilidad. Sabía meterse muy bien entre los defensas, intuía dónde caería el balón, descolocando a los centrales con una endiablada velocidad, arrancando por detrás.

Fue ídolo de la afición gaditana y durante esos años llevó al Ramón de Carranza gente que nunca había pisado las gradas del templo cadista. Su rendimiento (108 partidos y 36 goles) despertó el interés de los grandes de Primera: Real Madrid, Valencia, Sevilla, Betis… y FC Barcelona. El Cádiz le había prometido que, si la temporada 1967-68 el equipo alcanzaba la permanencia en Segunda, autorizaría su traspaso. Ni el proyecto de suscripción popular para que no cambiara de aires frenó su adiós.

El Barça se llevó a Juanito por 3.300.000 pesetas más un partido amistoso y el jugador selló su compromiso el 14 de mayo de 1968, en La Masia. En su presentación se le preguntó por su talla (1,65 m) y, lejos de echar balones, fuera, el andaluz mostró todo su aplomo: “Al jugador se le debe juzgar por su rendimiento y no por su estatura”, dijo. Había cumplido su sueño de niño.

Juanito, sin embargo, llegó en una etapa convulsa, de cambios y muchas dudas. Empezó con muy buen pie en los amistosos de final de temporada (1967-68) en La Bisbal (un gol), Girona (4), Olot (1) y el Camp Nou, ante el Rapid de Viena (1) y Belenenses (1). No pudo jugar la Copa, que se disputaba entonces como colofón de curso, por haber participado con el Cádiz. Y también empezó la temporada siguiente (1968-69) con un gol en el trofeo Carranza contra el Real Madrid (2-1). Debutó oficialmente contra la Real Sociedad (0-0) el 14 de septiembre de 1968.

Sensación agridulce

Su último partido lo jugó el 16 de abril de 1969, un Barça-Valencia (1-1). Disputó 14 duelos oficiales y anotó tres goles. El entrenador, Salvador Artigas, no contó regularmente con él: había mucha competencia y, por si fuera poco, se le colgó el sambenito de trasnochado. Pasados los años deja claro que solo tuvo un problema en este sentido y fue cuando fue a buscar a un compañero por petición expresa de la esposa de éste. “No triunfé, pero tampoco fracasé”, asegura Juanito, para agregar que “me alienaron casi siempre fuera de mi puesto. Yo era interior, no extremo”, dice.

El director técnico, Domènec  Balmanya, lo incluyó en la operación Ramoní y Juanito fichó por el Granada, donde jugó dos temporadas (1969-70 y 1970-71). En la segunda sufrió una lesión en el brazo durante un entrenamiento que lo marcó. “Fue una jugada tonta: centré, me cargaron y me estrellé contra la valla. Me partí el brazo en tres. Me operó el doctor Cabot, en Barcelona”.

Volvió al Cádiz (1971-73), donde coincidió con Migueli en el campo y con Ferdinand Daucik y Balmanya, entre otros, en el banquillo. El Levante fue su última estación (1973-74), en Segunda. El brazo seguía dándole problemas y, a los 28 años, dijo adiós. Estaba lejos de casa, tenía familia, retrasos en los pagos, la lesión en el brazo… En Cádiz, sin embargo, se dio el gusto de jugar un año más en El Balón, en Tercera, como gratitud a abrirle las puertas en 1963.

Juanito, que había invertido en locales y apartamentos, volvió al mercado laboral como autónomo, también trabajó en la ONCE, hasta su jubilación. Siempre está pendiente de la actualidad de los equipos que lleva en el corazón: Cádiz y Barça.