Historia SPORT
"Que sí, joder, que vamos a ascender"
El vestuario del Barça Atlètic, donde reina el buen ambiente y el compañerismo, celebró a lo grande el pase a la final del play-off
El 1x1 del Barça Atlètic contra el Ibiza
Un vestuario unido siempre es una garantía. El del Barça Atlètic no muestra ningún tipo de fisuras y tanto las alegrías como las decepciones se celebran (o se sufren) de manera conjunta. Es una de las claves del éxito del filial azulgrana, a dos partidos del ascenso, y la constatación de que Rafa Márquez, con su forma de ser, está sabiendo gestionar a la perfección una plantilla muy joven.
La alegría estalló con el pitido final de Marta Huerta de Aza, aunque ya desde minutos antes, y por lo amplio del marcador, ya había caras muy sonrientes en el banquillo. Todos se felicitaron con todos, sin excepciones, e incluso saltaron al césped con muletas los lesionados Mamadou Mbacke y Diego Percan. El senegalés llevó incluso a las carcajadas de sus compañeros.
Ya en el vestuario, cánticos como el de "a la final, oé", después de una última y aplaudida arenga de Rafa Márquez, y también se hizo muy popular entre los futbolistas el que había resonado por el sector más animoso de la grada durante el partido: "Que sí, joder, que vamos a ascender". La música a tope y la satisfacción, más que merecida.
Sobre todo entre los que, entrenador incluido, vivieron la experiencia del play-off la temporada pasada. Se les había quedado la espina clavada de no haber sabido competir contra el máximo rival, el Real Madrid Castilla.
Jugadores y staff técnico demostraron que habían aprendido la lección. Márquez les insistió durante la semana que afrontaran el partido de vuelta en el Johan Cruyff como si la eliminatoria estuviera cero a cero y no a favor. Y así fue como el equipo salió de principio a por la victoria, aunque no salieron las cosas.
¿Qué pasó al descanso?
Hubo un momento en el que el filial azulgrana estaba contra las cuerdas, tras el 0-2 del Ibiza, pero entonces apareció la magia de Unai Hernández y la capacidad rematadora de Marc Guiu. Un gol que lo cambió todo.
Rafa Márquez aprovechó el tiempo de descanso para tomar como ejemplo ese gol y pedirle a sus jugadores en que insistieran en ese tipo de acciones, trabajadas, sin precipitación. Trató de corregir los problemas defensivos que estaban generando los larguísimos saques de banda de Javi Jiménez, y sobre todo, ordenó una presión asfixiante para provocar la pérdida del rival. Los tres goles de Unai Hernández llegaron tras robos de balón.
El equipo es una piña, aunque todavía queda lo más difícil. Los jugadores dejaron claro que sí quieren ascender, que quizás no era el objetivo prioritario, y jugar liberados de presión les está haciendo todavía más peligrosos.
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