Del infierno turco, al alemán

Lejos quedan ya aquellos partidos sin público a causa de las restricciones sanitarias derivadas del Covid-19. Desde hace meses, los estadios de fútbol han vuelto a recobrar el color en las gradas y los cánticos de sus aficionados. Como en los viejos tiempos. El escenario de los dos últimos partidos europeos que ha disputado el Barça ha sido, sencillamente, espectacular.

El empate sin goles en el Camp Nou ante el Galatasaray en los octavos de la Europa League dejaba la eliminatoria abierta y con el Nef Stadium como juez para dictar sentencia. Los de Xavi pudieron remontar el tanto inicial de Marcao con goles de Pedri y Aubameyang para sentenciar el pase a los cuartos.

El sorteo les cruzó con el Eintracht de Frankfurt, noveno clasificado de la Bundesliga. A pesar de que los culés partían como claros favoritos en la eliminatoria, Xavi reiteró en diferentes ocasiones que no habían tenido suerte con el emparejamiento. Premonitorio.

Ambiente de Champions

48.000 gargantas espolearon al Eintracht, incluso antes del inicio del partido. El jugador número 12, sin ninguna duda. 90 minutos sin parar de animar un solo segundo, dirigidos por los aficionados ubicados en la ‘curva oeste’ del Deutsche Bank Park. Infinidad de cánticos acompañaron a los germanos a rozar el milagro de Frankfurt.

La ciudad se volcó totalmente con el equipo, llegando a solicitar 250.000 entradas para presenciar el partido en el estadio. La ocasión lo merecía: era la primera vez que el Barça visitaba esta ciudad.

El Waldstadion -nombre con el que fue fundado el estadio en 1924- fue una auténtica olla a presión. Las bufandas blancas y negras tiñeron los asientos mientras todos cantaban el himno del Eintracht. Las luces rojas del anillo superior del feudo germano contrastaban con el humo que desprendía las bengalas en homenaje a Jürgen Grabowski, leyenda del club y que recientemente había fallecido. En su currículum, más de 400 partidos, siendo el segundo jugador que más veces había vestido la elástica del Eintracht en su historia, además de haberse coronado con la selección alemana como campeón del mundo en 1974.

A Xavi le faltó un megáfono

A pesar de esperar un ambiente parecido al de Galatasaray, el Barça salió al césped del Deutsche Bank Park algo aturdido y pudo haberlo pagado muy caro. La fortuna no estuvo del lado del Eintracht, que podría haber abierto la lata en el primer tiempo en varias ocasiones, además de haber visto cómo les anulaban un penalti a favor.

Las instrucciones de Xavi llegaban con extrema dificultad a sus jugadores, siendo Busquets el brazo extensible del egarense sobre el terreno de juego. Los cambios que introdujo el técnico blaugrana a media hora del final surtieron efecto y la triangulación entre los recién ingresados De Jong y Dembélé permitieron a Ferran Torres igualar el encuentro de manera definitiva. 

El próximo jueves 14, el Camp Nou dictará sentencia y determinará cuál de los dos equipos se convertirá en semifinalista. Este será emparejado con el vencedor de la eliminatoria entre West Ham y Olympique de Lyon, quienes emularon el resultado que se produjo en el Deutsche Bank Park, pero con Londres como escenario.