Griezmann: Radiografía de un fracaso (general)
En su primer curso no conectó con Messi y Suárez, ni dentro ni fuera del césped; un sacrificio defensivo innegable que no bastó para ganarse la opinión popular
En un abrir y cerrar de ojos, ‘El Principito’ ha pasado este verano de liderar el proyecto a marcharse para siempre
Como si de un mal presagio se tratara, la llegada de Griezmann ya estuvo marcada por la sombra que esa sorna llamada ‘La Decisión’ había dejado en el seno del barcelonismo el verano de 2018. Después de jugar al gato y al ratón y hacerse el remolón, el galo anunciaba que se quedaba en el Atlético y declinaba la oferta azulgrana. Apenas unos meses le duró ese arrebato de fidelidad hacia el club colchonero. El 14 de julio de 2019 se hacía oficial su aterrizaje en la Ciudad Condal.
Con parte de la parroquia azulgrana aún con la mosca detrás de la oreja por la jugarreta y el desplante del galo, ya su entrada no diríamos que fue por la puerta grande. Entre eso y los 120 millones de euros que decidía a apoquinar por él la directiva de Bartomeu, Antoine tenía muy encima la lupa de una afición culé que si por algo destaca no es por su paciencia con la adaptación de los nuevos (sobre todo si son de fuera y se ha pagado un dineral por ellos). Otro aspecto a tener en cuenta es que se venía de dilapidar los 222 millones del PSG por Neymar en dos jugadores (Coutinho y Dembélé) que no estaban cumpliendo las expectativas.
PROBLEMAS
En sus primeros meses ya quedó claro que no sería nada fácil encontrar el equilibrio al lado de Messi y Suárez, que llevaban años jugando juntos y tenían una conexión muy especial dentro y fuera de la cancha. Su doblete en la segunda jornada de Liga frente al Betis fue un espejismo porque lo cierto es que después de aquello vino una travesía por el desierto que fue poco a poco incrementando los niveles de preocupación en can Barça.
Sin ningún tipo de ‘feeling’ con Leo y Luis y sin alegría sobre el verde, el ‘Principito’ se resignaba a aportar una dosis de sacrificio y de trabajo defensivo que jamás se le ha podido cuestionar en toda su estancia en Barcelona. En Champions tan solo pudo marcar dos goles con público en la grada (en el 3-1 ante el Dortmund y el 1-1 frente al Nápoles). Ni Liga, ni Copa, ni Supercopa, ni Champions en su primera campaña. 15 goles oficiales y cuatro asistencias. Desalentador.
CON KOEMAN, SÍ PERO NO
La llegada de Koeman (y la marcha de Suárez) abrían un nuevo horizonte para el de Macon. Desde un primer momento Ronald lo defendió a ultranza y le dio galones. Confiaba 100% en el galo. También Messi, ya sin su más fiel escudero, parecía que se acercaba a un Antoine que en algunos tramos de la temporada parecía que sí, que arrancaba. Siete goles y seis asistencias en cuatro semanas entre enero y febrero hicieron que viviera sus mejores momentos desde que vestía de azulgrana. Koeman inflaba pecho en las ruedas de prensa y los medios destacaban que podía ser, por fin, el despegue del galo.
Pero nada más lejos de la realidad; tras un final de temporada pobre, se daba por imposible su continuidad si el club quería mantener a Messi. Con la salida de Leo, el panorama cambió. Llamado a liderar al equipo sin el argentino, la historia ha durado unas pocas semanas. Se va, salvo hecatombe, para no volver.
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