Este es el Griezmann que queríamos ver
La titularidad de Antoine Griezmann no debería ser ninguna novedad. Ni noticia. Sin embargo, los minutos ‘basura’ que disputó en el Atlético de Madrid, y su suplencia en anteriores compromisos, habían abierto en canal el debate sobre su pobre rendimiento y nula capacidad de influencia en el juego del Barça. Y esta noche, como por arte de birlibirloque, todos esos negros nubarrones que se cernían sobre él desaparecieron y se transformaron en un sol radiante.
Quique Setién alineó de entrada al tridente, pero su disposición táctica distó mucho de ser la otros partidos, con Griezmann caído en banda izquierda, Luis Suárez de punta y Messi a su ‘bola’. Ante el Villarreal, los tres mosqueteros tuvieron libertad de movimientos, hasta el punto de verlos juntos en menos de dos metros. Jugando por dentro y no por fuera, Griezmann participó mucho más en el primer tiempo que en la suma de muchos partidos anteriores. Pocas veces le hemos visto tan participativo y tan enchufado.
Estuvo presente, muy presente, en la acción final que provocó el autogol de Pau Torres, el primer tanto del partido, hasta el punto de que al principio se creyó que había marcado el francés de tacón. Una acción donde demostró que supo leer el juego y llegar donde iba el balón.El campeón del mundo apareció por la izquierda, por el centro, por la derecha, incluso bajó a defender cuando el Villarreal iniciaba el contragolpe. Vamos, un todo terreno.Él fue quien inició el contragolpe que terminó con una clarísima ocasión de gol fallada por Arturo Vidal quien, solo, tiró a las manos de Asenjo.
Golazo de crack
Sin duda, la gran acción de Griezmann en La Cerámica llegó cuando ya moría la primera mitad. Un ataque rápido en transición permitió que Messi atacara. Le acompañó el francés. Lo vió Leo y de tacón le hizo un paso hacia atrás. Tal y como le llegó el esférico, Griezmann tocó con suavidad y clase para convertir el disparo una maravillosa vaselina que se coló con elegancia por toda la escuadra de la portería amarilla. Un golazo que debe servir para que él mismo confíe en su talento y calidad y vuelva a ser ese futbolista por el que el Barça pagó 120 millones de euros.
Su movilidad y gran despliegue físico fue premiado por Quique Setién que prefirió sustituir antes a Luis Suárez que a él. Ya sin el uruguayo en el campo, el Barça pasó a jugar con un claro 4-4-2 y ahí Griezmann sí que se convirtió en la gran referencia del equipo en ataque. Antoine participó en muchas paredes, combinaciones y se erigió en uno de los protagonistas del gran partido que, ¡por fin!, hizo el Barça. Ya tocaba, tanto a nivel particular como a nivel colectivo.
A los setenta minutos, justo después de que el VAR anulara ¿injustamente? el cuarto gol del Barça, obra de Arturo Vidal, Setién dio descanso a Griezmann para dar entrada a Ansu Fati. Ojalá sea el inicio de un nuevo Griezmann.
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