Fernando García: El ‘Gavilán’ solitario

Fichó por el Barça recomendado por el entrenador, Patrick O’Connell, en junio de 1936 procedente del Racing

Volvió a jugar en Les Corts en 1946, casi diez años después de su último partido oficial con el equipo azulgrana

Una imagen del cántabro Fernando García

Una imagen del cántabro Fernando García / FCB

David Salinas

David Salinas

Fernando García Lorenzo nació en Astillero (Santander) el 18 de diciembre de 1912. Hijo de Fernando (alpargatero) y Modesta, se hizo futbolista por convicción. Empezó jugando en equipos escolares para pasar al Unión Club de su localidad natal con 12 años, llegando al primer equipo a los 16. Cuando tenía 8 años sufrió una fractura de tibia y peroné que lo apartó de su actividad preferida un año y medio, regresando después de superar la prohibición inicial de su familia a continuar jugando y poner empeño máximo en recuperarse para rendir culto a su gran pasión: el fútbol. En el Unión Club los cazatalentos del Racing le echaron el ojo y se lo llevaron por 12 pares de botas y 6 balones reglamentarios.

Debutó con el equipo santanderino el 22 de noviembre de 1931 con 18 años. Pese a jugar y completar todos los partidos de la Liga 1931-32 fue cedido al Sestao Sport (1932-33) para que adquiriera experiencia. Al mismo tiempo fue empleado en los talleres de Altos Hornos de Vizcaya. El Racing lo repescó la temporada siguiente para cubrir la baja por lesión de Cesáreo Baragaño y permaneció en las filas racinguistas hasta la finalización del ejercicio 1935-36. Destacó por su poderío físico, valentía, visión del juego y habilidad en la conducción del balón, así como por abastecer con precisión a la línea delantera.

Nando siempre recordaba la tarde del 15 de diciembre de 1935, cuando el Racing se impuso en Chamartín 2-4 al Real Madrid en partido de Liga y los fieles del equipo montañés que presenciaron el choque, después de la exhibición que dio, lo pasearon a hombros por la Castellana, como si de un torero se tratara. Tampoco olvidó un partido en Atocha, contra la Real Sociedad, en el que, pese a perder dos dientes y mucha sangre, se negó a abandonar el terreno de juego.

El Barça

En junio de 1936, recomendado por el entrenador azulgrana Patrick O’Connell, fichó por el FC Barcelona por 20.000 pesetas. La noticia causó gran impacto en su población natal y, recuerda Ricardo Vega en su blog “Mis años en Astillero 1947-1961” que la chiquillería solía recitar: “Los faroles de Astillero ya no quieren alumbrar porque se marcha García al Barcelona a jugar”. Tenía 23 años, una gran proyección y el plus de haber debutado con España en un duelo contra Austria (4-5) en el Metropolitano (enero de 1936). Con el Barça debutó oficialmente ante el Granollers (1-3) en el partido inicial del Campeonato de Catalunya 1936-37. El estallido de la Guerra Civil lo privó de jugar la Liga, aunque tomó parte en la Liga Mediterránea, entre febrero y mayo de 1937, título que se adjudicó el Barça.

Mediocentro de gran poderío físico y brillante visión del juego, la Guerra Civil privó al FC Barcelona de un jugador determinante. Radicado en México tras la gira azulgrana de 1937, triunfó en el fútbol azteca en los terrenos de juego y en los banquillos

Fue uno de los expedicionarios barcelonistas que participaron en la salvadora gira de 1937 por México y Estados Unidos y, también, uno de los que decidieron no regresar a España. Fichó por el equipo mexicano Club Asturias, ganando el campeonato en 1939. La prensa azteca lo apodó ‘El Gavilán’ porque protegía el balón extendiendo los brazos, como las alas de un ave rapaz. Del Club Asturias pasó al Atlante para eludir el año de sanción con el que había sido castigado por noquear a un árbitro, el español Filiberto de la Osa. Así era Nando, temperamental y defensor sin límite del escudo que lucía en el pecho, aunque como asegura el historiador deportivo José Manuel Holgado, su corazón siempre perteneció al Racing. El presidente del Atlante, José Manuel Núñez, general del Ejército Mexicano, le ofreció el perdón si fichaba por su equipo, por lo que medió con la Comisión Disciplinaria de la Federación Mexicana exhibiendo su colt 45 sobre la mesa…

No contrajo matrimonio. Se entregó en cuerpo y alma al fútbol primero como jugador y, después, como entrenador

Del Atlante emprendió después la aventura argentina para jugar en el Vélez Sársfield (1940-41) y el San Lorenzo de Almagro (1941-42). Regresó a México para enrolarse nuevamente en el Atlante (1942-44) y Real España (1944-45). En septiembre de 1945 se puso en contacto con el FC Barcelona para expresar su deseo de volver, pasando antes por su tierra. Sujeto a la disciplina azulgrana, en febrero de 1946, tras pasar una prueba y completar una Declaración Jurada elevada a la Federación, obtuvo la licencia para reingresar al equipo de Les Corts. Firmó en blanco hasta junio de 1946, a razón de 1.200 pesetas mensuales y un complemento de 800 para sufragar los gastos del viaje para reingresar voluntariamente a la disciplina del club.

Segunda parte

El 22 de septiembre de 1946, casi nueve años y medio después de su último partido oficial con el Barça, volvió a defender los intereses del equipo catalán, también en el centro del campo, flanqueado por los hermanos Gonzalvo, Pepe y Mariano. Acabó el partido, contra el Celta, sangrando después de que los tacos de una bota le abrieran el muslo izquierdo. Los médicos cerraron la herida con ocho grapas.

Arriba, el Barça que jugó contra el Sevilla el 29 de septiembre de 1946: Gonzalvo III, Fernando García, Gonzalvo II, Curta, Elías y Velasco. Agachados: Basora, Amorós, Colino, César y Valle. Abajo, una imagen del jugador cántabro

Arriba, el Barça que jugó contra el Sevilla el 29 de septiembre de 1946: Gonzalvo III, Fernando García, Gonzalvo II, Curta, Elías y Velasco. Agachados: Basora, Amorós, Colino, César y Valle. Abajo, una imagen del jugador cántabro / Archivo

El ‘Gavilán’ no contempló el descanso y jugó la semana siguiente en el campo del Sevilla y el 6 de octubre en Riazor, donde cayó lesionado tras una entrada de Manuel Guimerans. Fue su último partido con el Barça. Con el menisco tocado y 35 años, Samitier, el técnico, no confió más en Nando. Fue operado el 16 de diciembre de 1946 por el Dr. Moragas en la Clínica Gimbernat y en mayo de 1947 se le dijo que podía buscarse equipo. Regresó a México con la carta de libertad y siguió jugando en el España (1947-50) y Marte (1950-51).

Después fue un clásico de los banquillos mexicanos (Marte, Toluca, Irapuato, Morelia, Zacapetec, Oro, Torreón, Veracruz, Poza Rica, Pachuca, Naucalpan…) y se convirtió en un especialista en eludir descensos. Regresaría puntualmente a Cantabria para visitar a la familia, pero se estableció en México DF, donde abrió el restaurante “Palace” en la calle Gómez Arias. Solitario, no contrajo matrimonio, acabó regresando a España. Sus últimos años de vida fueron expuestos y azarosos. Falleció en el Hospital Valdecilla de Santander el 2 de junio de 1990. Su hermano Modesto (1915-2001) también jugó en el Racing y en la Gimnástica de Torrelavega.