El favoritismo castiga al Barça
El Barça no respondió bien a las rotaciones y a la falta de tensión que acompañaba la eliminatoria
El empate sin goles frena el estado de euforia y supone un pequeño golpe de realismo
El Barça aún es un equipo tierno. Lejos de la autoridad de otros tiempos, no puede permitirse jugar un partido funcionarial o anticipar un partido plácido. Cuando eso ocurre, cuando no sale con la tensión necesaria, se expone a un golpe de realismo.
Así ocurrió ante el Galatasaray. Xavi hizo rotaciones ante un rival asequible y el Barça fue un equipo vulgar. Sorprendió la poca energía del equipo en la primera mitad, complaciente, convencido de solventar el encuentro por inercia.
El Barça no tardó en desmentir el relato de la previa: ni el equipo de Xavi demostró su gran momento de forma ni el Galatasaray estuvo tan lejos. Tan incómodo vio Xavi a su equipo que cambió a tres jugadores en el descanso.
En el banquillo rival, un viejo conocido, Domènec Torrent, parecía conocer todos los secretos del Barça. Otro ex, Iñaki Peña, salía en la foto en las escasos disparos de los azulgrana.
El Barça jugaba con once pero todo empezaba y terminaba en Adama, un futbolista con poca sorpresa –siempre sale por fuera del dribling– pero una velocidad sobrenatural. Cuando está en el campo resulta una tentación peligrosa volcarlo todo en sus carreras.
Al equipo le faltó variedad y fútbol, incapaz de jugar con la fluidez de los últimos partidos. La entrada de Busquets, Piqué, Dembélé y Aubameyang dio estructura al equipo, pero no brillantez. El Barça siguió sin encontrar el ritmo de partido, inmerso en un partido desagradable, incómodo, pastoso.
Solo Pedri encontraba algo de luz. El Barça jugó la segunda parte contra el Galatasaray y contra la ansiedad. No estuvo lúcido y fue gastando todos los recursos en busca de un gol imposible.
El Barça se tomó el encuentro como un trámite y lo pagó caro. Se la jugará en Turquía, contra la fiebre de las gradas, y ante un equipo que ahora sí cree en pasar la eliminatoria. Lejos de los focos de la Champions y ante un rival menor, la Europa League recordó las miserias del Barça.
No hubo fiesta, hubo decepción, y entre gritos de la afición turca, una realidad incómoda: el Barça tendrá que ganar en Turquía si quiere estar en cuartos.
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