El Barça entra en la Europa de segunda
El club entra en una nueva dimensión, la de los clubs alejados de la élite del fútbol continental
La entidad está tan dañada que curar las graves heridas requerirá tiempo y paciencia
El Barça entra en una nueva dimensión. En esa en la que aún vive el Milan, de la que salió el Liverpool y de la que está tratando de escapar el Manchester United. Es la dimensión de los segundones.
Se acabaron los años de vino y rosas. Hace tiempo que se acabaron, pero el equipo sobrevivía, anclado a la Champions, cayendo ridículo tras ridículo, pero siempre compitiendo (es un decir) junto a los mejores. Ya no da ni para eso. El Barça está ahora en la liga de quienes son los primeros de los perdedores, que son igual de perdedores que el resto. Tras caer eliminados de la fase de grupos, algo que no ocurría desde hace 21 años, la temporada 2000-2001, jugarán la Europa League. Han convertido al Barça en una caricatura de lo que fue y sobran declaraciones grandilocuentes y gritos para la esperanza. Mejor ahorrarse palabras vacías que acaban sonando a mofa hacia el culé, ayer de nuevo insultado, y cuyo único objetivo de quien las pronuncia es seguir salvando su billetera.
Sí, esto es lo que hay
El “esto es lo que hay” resuena desde hace muchos meses y nadie hizo caso a Koeman. Le pasaron el marrón a Xavi, el último en llegar y, como Ronald, quien menos culpa tiene de todo lo que está viviendo el barcelonismo. Mientras el culé siga mirando al banquillo, sobre el césped seguirá pasando exactamente lo mismo que ha pasado desde hace tanto tiempo que hay que consultar estadísticas para acordarse de todas.
El drama es tan grande, tan gigantesco, que es comprensible llegar a pensar que lo que habrá es peor que lo que hay porque el club no tiene un duro para fichar ni masa salarial para hacer un sitio a quienes quieran venir. Y el fútbol es un tiburón sin piedad que devora a quienes huelen a sangre. El Barça está tan dañado que curar las heridas requerirá paciencia y muchos aciertos. El club ha abierto, ya definitivamente, la puerta de la dimensión en la que conviven los segundones. Entrar ha costado años y malas decisiones; salir va a ser una prueba de madurez de una entidad gravemente lastimada.
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