Mini Clubman

Mini Clubman, más es más

El familiar de Mini se renueva con un plus en tamaño y prestaciones sin perder su ADN

ALGO MÁS DE ESPACIO. Pese a que en un Mini no se puede hablar de espacio en mayúsculas, en el caso del Clubman sí se puede decir que es más grande y amplio que el resto de la gama.

ALGO MÁS DE ESPACIO. Pese a que en un Mini no se puede hablar de espacio en mayúsculas, en el caso del Clubman sí se puede decir que es más grande y amplio que el resto de la gama.

TELVA SOMOZA / Fráncfort

Existen objetos, personas o lugares que debes ver un par de veces para valorarlos por lo que son. Puede que la primera impresión no sea la mejor pero poco a poco encuentras ese detalle que lo hace único. Eso es lo que sucede con el nuevo Mini Clubman. Su estética puede no convencer de buenas a primeras, todo va a gustos, pero desde luego tiene un toque muy especial y poco a poco te das cuenta de lo que se esconde bajo su carrocería familiar de 4,25 metros de longitud, 1,80 de anchura y 1,44 de alto. Unos datos que lo hacen, sobre todo, más largo que el modelo Mine 5 puertas (3,98 metros, 1,73 y 1,43 respectivamente). El Clubman llega en un año clave, ya que durante este 2014 su posición al mercado ha sido más continuada y las matriculaciones han aumentado el 20% con respecto al 2013. Por eso Mini se marca un objetivo muy claro: ser el máximo exponente de los compactos premium con un precio de salida de 23.800.

El detalle más curioso es, sin duda, son los portones traseros de doble hoja o split que se abren lateralmente para dar paso a un maletero de 360 litros, capacidad suficiente para las maletas de la familia. El acceso a eses espacio es realmente cómodo y las puertas se pueden accionar eléctricamente o pasando el pie por debajo (opcional). La distancia entre ejes de 2,67 metros también es más grande que la del Mini cinco puertas (10,3 centímetros). Un detalle que se nota en su habitáculo, más espacioso tanto para el conductor y copiloto como para los asientos posteriores. Eso sí. Una persona de más de 1,80 metros no puede campar a sus anchas.

Estéticamente Mini ha querido respetar el ADN británico que acompaña a sus modelos. La ciudad escogida para la presentación, Estocolmo, supuso un guiño al diseño minimalista que viste al Clubman. La parrilla hexagonal, los grupos ópticos redondeados, el abombamiento del capó y los laterales y su capacidad de personalización con dos nuevos colores ( Melting Silver y el Pure Burgundy ) son detalles que no arriesgan, pero también encontramos elementos únicos como las entradas de aire laterales o los faros posteriores, que con las formas geométricas de su interior juegan con la sensación de anchura de la zaga. Su habitáculo presenta un concepto nuevo con un cuadro de mandos más grande que se encuentra en la zona de instrumentalización. Anteriormente subía desde la consola, donde ahora encuentras el sistema de infoentretenimiento. Detalles como los botones (tienen forma alargada y salida como si se tratara de un avión), la calidad de sus acabados y el diseño refinado y minimalista son claves en un interior que también utiliza las líneas horizontales y las formas elípticas para dar sensación de anchura

En cuanto a los motores, el Clubman llegará al mercado con tres opciones de gasolina, el Mini One Clubman de 102 CV, el Cooper de 136 caballos que llega a los 205 km/h y consume 5,2 litros a los cien kilómetros y el Cooper S de 192 caballos, que ofrece una velocidad máxima de 228 km/h con una aceleración cero a cien en 7,2 segundos y un consumo de 6,3 l/100 km. La versión diesel llamada Mine Cooper D Clubman de 150 CV tiene su punto fuerte en el consumo de 4,4 l/100 km. En las versiones One y Cooper el motor es de tres cilindros y va asociado a un cambio manual de seis velocidades o (opcionalmente) un automático steptronic también de seis marchas.

En el caso del Cooper S y Cooper D, que son de cuatro cilindros, la transmisión automática de ocho velocidades fue la que pudimos probar durante su presentación y va tan suave que ni siquiera notas nada al subir marcha, únicamente cuando pides mucho golpe puedes llegar a sentir cómo se revoluciona. En el Cooper S (29.900 euros) lo mejor es poder apretar el botón (driving mode) que cambia el comportamiento del coche a modo Sport y sentir que la reacción del coche es automática. La firmeza de la dirección también varía y lo hace más racing, igual que el sonido del motor. Su suspensión se vuelve más dura, un detalle que hace su conducción pura diversión.