Correa perpetúa la maldición del Cádiz en territorio rojiblanco

El Atlético de Madrid no traicionó a sus tradiciones y cosechó su duodécima victoria consecutiva en casa ante el Cádiz. La demoledora estadística invita a pensar en un enfrentamiento trámite, pero la realidad es que los rojiblancos sudaron tinta para dar la vuelta a un partido que se había puesto cuesta arriba con los dos golpes al marcador de los visitantes. Correa, protagonista en cada una de las tres acciones que valieron la remontada, se echó al equipo a las espaldas para perpetuar la maldición de los gaditanos en territorio madrileño.

El Atlético saltó al césped como si ya conociese su destino de antemano. La estadística jugaba a su favor y, en los cuatro primeros minutos, Griezmann acarició el gol hasta en dos ocasiones. Primero se lo impidió el palo, después una gran intervención de Ledesma. Los intentos del 'Principito' parecían el preludio de la avalancha rojiblanco, pero el Cádiz dejó a los 53.421 espectadores del Metropolitano con la mandíbula desencajada.

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Quizás esperaba el Atlético a un rival más contemplativo, por lo que la brillante combinación entre Alcaraz y Chris Ramos les pilló por sorpresa. Los gaditanos comenzaron a hilar pases hasta plantarse en el lateral del área, desde donde Chris Ramos sirvió un pase mortífero al que Pires sólo tuvo que poner la puntilla. El gol fue muy protestado por Simeone y Koke, que entendieron que venía de falta previa.

Lejos de esperar a verlas venir, el Cádiz se envalentonó en busca de terminar con la fatídica estadística. El camino hacia el área rojiblanca siempre es escabroso, por lo que Conan Ledesma se disfrazó de quarterback para superar la línea defensiva con un pase desde su propia portería. Azpilicueta no alcanzó a interceptar el envío, y Roger aprovechó la media salida de Oblak para ampliar la diferencia con una preciosa vaselina.

Quien conoce al Atlético sabe que nunca dejan de creer. El partido se había puesto cuesta arriba, pues igualar una desventaja de dos goles ante el sólido bloque del Cádiz suele ser una difícil tarea. Fue entonces cuando Ángel Correa dio un paso al frente. El internacional argentino, hoy titular por la sanción de Morata y la recaída de Memphis, se echó al equipo a las espaldas y participó activamente en los tres goles que culminarían la remontada. La primera piedra la puso con un testarazo ajustado al palo largo de Ledesma.

La escasa distancia dio alas al Atlético, que atropelló al Cádiz tras el paso por vestuarios. Cuando el público estaba aún volviendo a sus asientos, Correa rompió la cintura a Mbaye antes de pisar área, desde donde cedió para Llorente con un taconazo a la altura de los de 'Guti'. El intento del centrocampista se estrelló contra el cuerpo de Ledesma, pero Nahuel Molina aprovechó el rechace para fusilar sin piedad y firmar las tablas.

El frenético ritmo bajó con el empate ya en el electrónico, pero el Atlético volvería a pisar el acelerador una última vez para culminar la remontada. El encargado de cambiar de marcha fue Nahuel Molina, que rompió el velocímetro por su carril antes de cambiar la orientación del juego a la izquierda, donde esperaba otro bólido como Lino.

El brasileño pisó área antes de ceder para Saúl, y el ilicitano completó la triangulación asistiendo a Correa, que se deslizó a ras de suelo para empujar el balón al fondo de la red.