De Julio Salinas a Mata o la historia del raro emigrante que abrió camino a España en Japón

Ahora es normal ver a campeones del mundo españoles como mata brillando en tierras niponas, pero antes era rara avis. Julio Salinas fue el primero.

Famoso por ser jugador de aspecto torpe, jugó en el Yokohama a mediados de los 90. Allí vivió de todo: desde su boda, hasta el nacimiento de su hijo Aitor.

Durante la presentación hizo honor a su fama de jugador poco coordinado: le pusieron a dar toques con unos niños y de todos, fue el que menos logró dar.

Iniesta con la camiseta del Emirates Club

Iniesta con la camiseta del Emirates Club / TW: @Emirates_FC

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El fútbol es cada vez un asunto más internacional. Ahora no resulta raro ver a jugadores españoles colonizando ligas exóticas o remotas, como es la J1 japonesa. Hasta allí se ha marchado Juan Mata, campeón del mundo con España, para incorporarse al Vissel Kobe, el conjunto del que se acaba de marchar Andrés Iniesta (rumbo a Arabia) y en el que también han militado otros españoles como David Villa, Bojan Krkic o Sergi Samper. Esto es, nada nuevo… aunque hubo un tiempo en el que ver a un español en Asia sí fue noticia. Uno de los primeros que abrió camino fue Julio Salinas, una de las historias más llamativas de un futbolista emigrante español en las últimas décadas.

Porque él, Salinas, fue el primero en hacer las maletas desde España a Japón. Con 34 años, este internacional absoluto con España decidió aceptar la llamada de Xavier Azkalgorta, entonces técnico del Yokohama Marinos, y convertirse en la referencia ofensiva de este conjunto de la primera nipona. El paso fue extraño.

Casi como toda la carrera de este delantero torpón, pero eficaz, a la vez héroe y villano de los equipos en los que jugó. Pese a que fue siempre recordado por sus fallos (ninguno como el que tuvo ante Pagliuca en los cuartos del Mundial de EEUU), sus números goleadores fueron siempre excelentes. De hecho, su partida Japón se produjo en enero de 1997 cuando ya sumaba seis tantos en 16 partidos con el Sporting. Un curso antes había hecho 18.

Goleador descoordinado

Su récord fueron los 20 que marcó en la temporada 88-89 con el FC Barcelona, una temporada histórica porque Hugo Sánchez (Real Madrid) hizo 38 tantos, récord de un Pichichi en España en una sola temporada hasta que Cristiano Ronaldo y Messi pulverizaron aquella marca. Curioso, por cierto, fue que Hugo los marcó todos al primer toque.

Un reto casi tan imposible de batir como ver a algún jugador que no sea del Real Madrid o el Barça llevándose el premio a máximo goleador de la Liga. Actualmente en los pronósticos de Betfair, Lewandowski (Pichihi el curso pasado) es el máximo favorito a revalidar premio, con una cuota de 1.63€ por euro apostado. Le sigue Griezmann y Bellingham con una cuota de 13.0.

Tokio y una presentación peculiar

Pero volviendo a Salinas, pese a semejantes guarismos, nunca fue un ídolo de masas. En la Selección Española de Clemente pronto formó parte del núcleo más afín al seleccionador, lo que le hizo ganarse la animadversión de la otra mitad de España que no tragaba al entrenador vasco. Además, siempre le persiguió una imagen de jugador descoordinado, capaz de lo más difícil, pero incapaz ante lo más fácil. Él mismo lo admite.

De hecho, Salinas, luego figura mediática gracias a sus retransmisiones deportivas junto al ya fallecido Andrés Montes, reconoció que durante su presentación con el Yokohama Marinos lo pasó mal porque le pusieron a dar toques al balón junto a seis niños. Él sólo pudo dar 17 y todos con la rodilla. “Pasé una vergüenza…”, reconoció en alguna entrevista.

Pese a ello, en Japón hizo carrera corta, pero intensa y de gran impacto en su vida. Por ejemplo, allí, en Tokio, se casó (aunque lo hizo en la embajada española) y también allí, en Tokio, nació su hijo Aitor. Momento feliz que se mezcló con la amargura de ver como, en lo deportivo, el Yokohama Marinos se cargaba pronto a Azkalgorta.

Le sustituyó Antonio de la Cruz, un entrenador que trató de orillarlo de a poquitos (también a Andoni Goikoetxea, emigrado tiempo después que Salinas) hasta que el futbolista se enfrentó al técnico. Aquello provocó que Salinas fuera apartado del equipo. “Lo japoneses no entendían nada, estaban flipando”, admitió más tarde. Y pese a todo, hizo numerazos (57 partidos, 40 goles) que le permitieron regresar al Alavés para jugar dos temporadas más en España antes de retirarse en 2000.