Indianápolis 2005: el Gran Premio de la vergüenza

Únicamente compitieron 6 de los 22 coches en parrilla por culpa de un acuerdo sólido con la FIA y la gerencia de la Fórmula 1

Indianápolis 2005: el Gran Premio de la vergüenza

Indianápolis 2005: el Gran Premio de la vergüenza / SPORT

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Es uno de los grandes borrones en la historia de la Fórmula 1 en el siglo XXI. Imagínense más de 120.000 personas desconcertadas sin saber por qué diantres sólo iban a correr seis monoplazas en una carrera cuando en la vuelta de calentamiento tomaron parte los 20 que integraban la parrilla.

Para comprender cómo tuvo lugar el conocido como Gran Premio de la vergüenza, tenemos que poner un poco de contexto. Eran los tiempos en que en la Fórmula 1 no había un suministrador de neumáticos único como hace a día de hoy Pirelli, sino que había dos alternativas para las escuderías: Bridgestone y Michelin. Además, ese año se prohibieron los cambios de ruedas durante las carreras.

El viernes, en la primera sesión de libres, varios pilotos con ruedas Michelin tuvieron problemas en la última curva del trazado -un tremendo oval- y algunos incluso sufrieron accidentes. Los conductores se hacían preguntas y al fabricante de ruedas francés no le quedó más remedio que reconocer que sus gomas no eran seguras para completar la totalidad de la carrera porque se calentaban en exceso.

El circuito había sido recientemente repavimentado y como consecuencia de ello el desgaste era mayor del esperado para los neumáticos. Michelin admitió que había hecho unas ruedas que no veía capaces de completar toda la carrera porque este desgaste no entraba dentro de sus simulaciones.

Nadie cede

La situación se volvió muy tensa con la marca de ruedas solicitando la inclusión de una curva que evitase el recorrido completo en la zona ovalada. La FIA, sin embargo, despreció esa idea y encima le dio un rapapolvo a Michelin, diciéndoles que esta medida dejaría en desventaja a sus competidores Bridgestone, quienes sí habían hecho los deberes. Los franceses se marcharían al año siguiente tras este desencuentro con la FIA.

Ferrari, Jordan y Minardi eran los únicos que tenían gomas Bridgestone y se negaban a aceptar un cambio de normas con el fin de semana iniciado.

Se propuso poner un límite de velocidad en la curva del oval, se expuso una alternativa de una chicane y hasta se habló de hacer una excepción permitiendo el cambio de neumáticos cada 10 vueltas. Las escuderías de Bridgestone, especialmente Ferrari, se opusieron férreamente.

El sábado, en la sesión de clasificación, los equipos Michelin coparon las cuatro primeras posiciones de los entrenamientos. Ferrari metió a sus monoplazas quinto y séptimo, mientras que Jordan y Minardi ocuparon las últimas cuatro plazas de la parrilla de salida.

La 'bomba de humo'

El domingo nadie quiso mover ni un ápice su postura. La FIA se aferraba a su voluntad de no alterar la competición, mientras que los gestores de la F1 se empezaban a oler lo que posteriormente sucedería. Los equipos Michelin salieron a pista e hicieron la vuelta de calentamiento para finalmente irse a boxes en lugar del sitio que les correspondía en la línea de salida, consumando cada uno un abandono.

Las normas de la FIA no permitía una sanción contra los equipos Michelin al haber participado en la carrera, pero no haberla completado. Los aficionados en el circuito no daban crédito a lo que vieron tirando botes de cerveza y todo tipo de objetos a la pista en señal de protesta.

Ferrari ganó con la gorra la carrera y Michelin decidió compensar a los aficionados que fueron a disfrutar de un gran espectáculo y que se encontraron con un bochorno, devolviéndoles el dinero de la entrada.