Txema Olazábal, un grande del golf español con Seve siempre en la memoria

Jose María Olazábal (Hondarribia, 1968) es uno de los grandes golfistas españoles de la historia por su habilidad en el campo y su sencillez fuera, un amante del golf que lo entiende igual que la vida. En su madurez, ya juega menos torneos para seniors y se dedica a promocionar el golf entre los jóvenes y el diseño de campos de golf por todo el mundo.

Txema Olazábal, procedente de una familia humilde de Hondarribia, tuvo su contacto con el golf después que su padre fuera el cuidador del campo de San Sebastián, lo que le permitió acercarse de muy jovencito a este deporte.

En categorías inferiores lo empezó a ganar todo y con 20 años dio el salto a profesional, sumando muy pronto sus primeros triunfos en Europa que le encumbraron al segundo puesto en el Orden del Mérito europeo, solo superado por Seve Ballesteros, su referente.

Dos chaquetas verdes

Si el de Pedreña abrió el camino del triunfo español en Augusta, su fiel escudero no podía ser menos, logrando nada menos que dos Masters de Augusta, el primero en 1994 y el más sentido, el de 1999 cuando lograba recuperarse de una enfermedad que le dejó muy cerca de la retirada para sumar su segunda chaqueta. Augusta sigue estando en su calendario anual

Aunque para el vasco, uno de las competiciones que marcó su carrera fue la Ryer Cup, en la que participó en siete ocasiones como jugador, y logrando la victoria en 1987, 89, 97 en Valderrama, la primera vez que salía de las Islas Británicas, y 2006.

El momento más estelar en esta competición que mide bianualmente a Estados Unidos y Europa fue la edición de 2012 donde actuó como capitán logrando una victoria histórica de Europa en suelo estadounidense en la remontada más grande de la competición,en Medinah.

Una carrera llena de éxitos, que le hizo merecedor del Premio Príncipe de Asturias en 2013, además de hijo predilecto de Hondarribia, Medalla de Oro al Mérito Deportivo en 1997 y la guinda, su elección en el Salón de la Fama del Golf. Todos los reconocimientos, más que merecidos para este hombre tranquilo, al que el éxito nunca se le subió a la cabeza, consciente de que solo es un juego.