Pete Sampras, un campeón con sangre de horchata

Aquellos que conocen bien a Sampras saben que es un tipo introvertido. Un tenista que no anheló ni deseó el estrellato, los focos, la mirada de todos. Los gritos, la gestualidad, las expresiones faciales o las quejas típicas de algunos tenistas no figuraron -ni probablemente figuren- en el diccionario de Pete.

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El estadounidense tocó el número uno del mundo por primera vez en 1993, sucediendo a su compatriota Jim Courier, que en ese momento ya presumía de cuatro Grand Slams. Aquel año, Sampras alzó el título de Wimbledon y del US Open por segunda vez en su carrera, después de conseguirlo también en 1990.

En el año 94, el circuito apostó por un tenis más innovador: pelotas más suaves y lentas, y una nueva mezcla de hierba con el objetivo de hacer menos rápidas las pistas y, por ende, más espectáculo y puntos largos. Una decisión que acabó poniendo en contra de Sampras a parte de la opinión pública.

A raíz de la final de Wimbledon de aquel mismo año, que acabó ganando Sampras ante Ivanisevic, uno de los tabloides en Reino Unido salpicaba directamente a Pete: "SAMPRAZZZZZZ". Por primera vez se consideraba que el número uno del mundo aportaba algo negativo al deporte. Un tenis demasiado aburrido.

Sus mayores virtudes, la concentración y el autocontrol, se empezó a vender como poca emoción: "Tiene la sangre de horchata". Incluso John McEnroe tuvo un desencuentro con Sampras en un vestuario, después de que el ya retirado tenista criticase en 'Time' al número uno del mundo por "falta de carisma".

El tenis no es un concurso de popularidad

"¿Quién dice que el tenista está obligado a mostrar su personalidad? Yo no estaba en el tenis para ganar concursos de popularidad, ni para mostrar lo interesante que era como persona, o para ser un artista. Estaba en el tenis para alcanzar mi máximo nivel y ganar títulos. El tenis fue mi primer amor y también mi trabajo profesional, nunca lo confundí con el mundo del espectáculo", explicaba un tiempo después Sampras en su libro.

Pete Sampras, ganador de 14 Grand Slams, no solo fue el mejor jugador de su generación y el más destacado por detrás del 'Big Three'. También destacó por su personalidad introvertida, tímida y poco emocional. La cara de póker de un campeón. La otra cara de la moneda.