En el pádel no es oro todo lo que reluce

Los jugadores y jugadoras que residen entre el top 40 y el 150 las pasan canutas para tener números verdes a fin de mes

Gran parte de jugadores de este rango combinan la práctica profesional con dar clases

Sara Pujals

Sara Pujals es la actual jugadora número 58 del ránking mundial

Àlex Masana

Sara Pujals, actual jugadora número 58 del ranking World Pádel Tour, le enviaron un mensaje a través de su perfil de Instagram hace pocos días. Le preguntaban dónde entrenaba habitualmente. Sara les respondió si quería saber donde entrenaba como jugadora o como entrenadora. El aficionado se quedó perplejo: “¿pero tú das clases?”. Es una pregunta habitual pero la realidad de los jugadores y las jugadoras de primeras rondas que están por debajo del top 40 o 50 del ranking es muy diferente a la de los que viven arriba

No es oro todo lo que reluce y las pasan canutas haciendo equilibrios para que salgan los números a final de mes. “Ha habido un cambio muy significativo en los últimos 4-5 años, se han subido los premios de los torneos y los patrocinadores están pagando mejor que hace unas temporadas. Pero la fórmula más habitual sigue siendo la que combina el entrenamiento de jugador de élite con clases de pádel, trabajando en un club o con un horario especial en otro trabajo”, relata Ferran Insa, situado en el puesto 133 del ranking World Pádel Tour. “Tienes miedo. Si te lesionas, si tienes una mala racha de resultados… los números ya no salen”, comenta Pujals, que solo se ha clasificado para jugar el torneo de Paraguay de la gira suramericana de World Padel Tour. “Casi que mejor. Solo el vuelo me ha costado 1500 euros”, dice con ironía la catalana. “Imagínate que pierdes en Argentina, Chile y Paraguay en primera o segunda ronda. Te pegas tres semanas de hotel, vuelo y dietas que nadie te costea. No trabajas en el club que das clases y encima tienes que pagar a los entrenadores que tienes en casa”, describe Insa. “No entiendo como puede pasar que juegues los mejores torneos del mundo y no ganes dinero. Es verdad que la situación está mejorando pero a mis 34 años no ha habido una temporada que haya acabado con beneficios”, añade Sara Pujals.

Billetes desde la silla.

Los jugadores son empresas andantes. Ellos se lo guisan y ellos se lo comen. Un jugador que se encuentra en estas alturas de ranking paga unos 800 euros de entrenador y preparador físico. Además, por exigencias del nivel del circuito, quieren mejorar el rendimiento con recuperadores, fisioterapeutas, psicólogos o dietistas. “A veces pierdes en una primera ronda. Estás agotado y dolido. Y casi en la misma silla, antes de poder llamar a tu entrenador ya estás buscando vuelos para no quedarte en el país donde estás”, describe Sara Pujals, que considera que la progresión del circuito tiene que ir acorde con la progresión de la capacidad económica de los jugadores.

Proceso de cambio

La previsión a corto plazo es que las cosas cambien. La entrada de Premier Padel también en el circuito femenino y el acuerdo próximo entre WPT y la Federación Internacional para unificar el los circuitos permitirá una vida más tranquila a este tipo de jugadores. 

“Mi ilusión es poder vivir 100% del pádel. Y si no lo puedo conseguir yo, que lo consigan las que vienen detrás mío”, concluye Sara Pujals desde Paraguay. 

“Antes dudabas. Juego World Padel Tour por el prestigio o Premier porque me lucro mejor. Si acaba habiendo un acuerdo de mejoras todos saldremos ganando. Los de arriba y los que estamos entre el top 50 y el 150”, añade Ferran Insa.  No es oro todo lo que reluce en el pádel.