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Ni Maradona pudo escapar de la tormenta

La historia de Barça y Nápoles, que se verán las caras este miércoles en Champions, tiene un nexo en común: Diego Armando Maradona. Un futbolista que no pudo escapar de la dinámica tormentosa de dos clubes únicos en el mundo por su idiosincrasia

Textos: Iván San Antonio, Javier Giraldo | Edición: Miki Soria

Barça y Nápoles se verán las caras este miércoles en el regreso de la Champions y lo harán, como siempre que se cruzan ambos equipos, con el aura de Diego Armando Maradona flotando en el ambiente y en el imaginario colectivo. El 'Pelusa', para muchos el mejor futbolista de todos los tiempos, vivió la idiosincrasia de dos clubes muy diferentes, pero que tienen también mucho en común.

Solo así se explica que los dos equipos, campeones de sus ligas el curso pasado, estén viviendo una temporada con tantos altibajos a todos los niveles. Clubes capaces de lo mejor, pero también de autodestruirse a la velocidad del rayo. Algo que también vivió el Diego, tan genial dentro del campo como incontrolable fuera de él. Capaz de vivir en la tormenta permanente que eran Barcelona y Nápoles. Dos clubes a los que llegó un rayo de esperanza y de los que acabó saliendo por la puerta de atrás, aunque su rendimiento en los dos clubes fuera radicalmente diferente.

Números de Maradona

EL FRACASO DEL FICHAJE MÁS CARO

Todo salió mal desde el primer día. El Barça, a través de las gestiones del agente FIFA Josep Maria Minguella logró un acuerdo con Argentinos Juniors en 1980, pero la dictadura militar argentina evitó su marcha hasta 1982. La operación que trajo a Maradona al Camp Nou es, sin duda, el fichaje más sonado del siglo XX, un traspaso cuantificado en unos 1.000 millones de pesetas.

La cifra causó estupor incluso en el Barça, donde Quini aseguró que “ningún jugador del mundo vale tantos millones”. También Pablo Porta, presidente de la RFEF, definió el acuerdo de “desorbitado”, añadiendo que “el fútbol español es muy diferente al argentino, aquí los marcajes son muy duros y esto hay que tenerlo en cuenta a la hora del rendimiento del jugador”.

La premonición acabaría haciéndose realidad porque Maradona estuvo tres meses de baja por una entrada salvaje del jugador del Athletic Andoni Goikoetxea. Ambos equipos disputaron también la final de Copa de 1984, que acabó en una batalla campal. Todo aquello ocurrió durante la segunda temporada, la última, de Maradona en el Barça. En la primera, sufrió una hepatitis que le mantuvo mucho tiempo de baja. En total, de los 700 días que el argentino fue blaugrana, estuvo fuera de circulación unos 300. 

Los 'highlights' de Maradona en el Barça

Maradona dejó pocos destellos de su calidad en el Barça

Sí dejó obras de arte como el gol que marcó al Real Madrid o al Estrella Roja, pero Diego nunca se sintió en casa jugando en el Camp Nou y ante una afición cuya personalidad distaba mucho de la argentina y la suya propia. No mezclaban. Ni dentro ni fuera del terreno de juego, como demuestra el hecho de que los vecinos de la urbanización Supermaresme de Sant Vicenç de Montalt le vetaron cuando quiso comprarse una casa en aquella zona.

Su desordenada vida privada y un entorno complicado no le permitieron integrarse nunca en una sociedad que tampoco hizo demasiado para acogerle. Su paso por el Barça fue efímero (estuvo dos temporadas y no ganó ningún título importante, más allá de la Copa de 1983 al Real Madrid) y acabó traspasado al Nápoles por 1.200 millones. Allí se sintió en casa.

SIETE AÑOS DE PASIÓN

No hay en la historia del fútbol una relación tan intensa entre un futbolista y su ciudad de acogida. En 1984, Diego Armando Maradona llegó a Nápoles para aliviar las deudas que había contraído como jugador del Barça.

Pronto reconoció en el sur de Italia los gestos, las actitudes y la vida que había vivido en Villa Fiorito, su humilde barrio de Buenos Aires. Fútbol, mafia, droga, hijos ilegítimos y éxtasis colectivos son los ingredientes de la historia del ‘Pelusa’ en Nápoles.

Entradas agotadas en su presentación

“’En qué quilombo nos metimos, ¡esto es peor que Buenos Aires!”, le dijo Fernando Signorini a su esposa el 5 de julio de 1984: el preparador físico de Maradona fue el primer sorprendido de la reacción de la ciudad de Nápoles al fichaje del jugador. 85.000 personas se reunieron en el estadio San Paolo para ver su presentación, y eso que la entrada costaba 3.000 liras (unos 2,5 euros).

Hubo más de 30 cadenas de televisión acreditadas aquel día. La rueda de prensa tuvo que hacerse en el gimnasio porque la sala habitual se había quedado minúscula. Un periodista francés, Allain Chaillou, preguntó a Maradona si era consciente de que una parte del pago de su fichaje (7,5 millones de dólares) lo había abonado la Camorra. El presidente del Nápoles, Corrado Ferlaino, expulsó inmediatamente al periodista. 

‘Sois la vergüenza de toda Italia’

El jugador más caro del mundo se adaptó como un guante  a la ciudad más pobre de Italia: en Nápoles, todo le recordaba a Buenos Aires y Maradona no tardó en convertirse en el símbolo de una rebelión que fue más allá de lo futbolístico.

En sus primeros partidos, Maradona comprobó cómo el Nápoles era recibido en los estadios del norte del país con pancartas como ‘Lavatevi’ (Lavaos) o ‘Sei la vergogna de la Italia entera’ (Sois la vergüenza de toda Italia), cánticos despectivos o directamente racistas.

Frente al poder económico de Milán o Turín, Nápoles era la cloaca de Italia para muchos habitantes del norte. Pero los ‘terroni’, el término con el que los del norte despreciaban a los del sur, empezaron a rebelarse de la mano de Maradona, que había crecido en un humilde barrio de Buenos Aires y que sería el encargado de liderar la revolución del sur contra el norte. 

Un arranque de curso decepcionante

Maradona debutó en Verona, ante el equipo que venía de ser campeón la temporada anterior. Fue el 16 de septiembre de 1984 y el Nápoles perdió 3-1.

El comienzo del curso fue preocupante y antes de Navidad, el presidente pidió al entrenador que se llevase al equipo a Vietro, 50 kilómetros al sur de Nápoles, para concentrarse durante unos días.

Siempre rebelde, Maradona se fue a su país para pasar las vacaciones navideñas. Pero a su regreso, el equipo despegó: el Nápoles acabaría octavo. Los grandes éxitos aún estaban por llegar. 

Con su masajista de confianza a México 86

Cuando Maradona se fue con Argentina al Mundial de 1986, todavía no había ganado un título con el Nápoles: pero tras conquistar brillantemente el Mundial, regresó más fuerte que nunca.

Quizá la clave estuvo en las manos de Salvatore Carmando, el masajista del Nápoles, que acompañó a Maradona durante todo el campeonato mundial en México. “La relación entre Diego y yo fue siempre muy pura y clara. Nunca le pedí un céntimo aunque él quisiera pagarme; a mí me valía con su amistad”.  

Los 'highlights' de Maradona en el Nápoles

Maradona brilló con luz propia en el Nápoles

‘No sabéis lo que os habéis perdido’

Pese a su agitada vida sentimental, Maradona llevó al Nápoles a otra dimensión: el equipo pobre del sur de Italia, que nunca había ganado un ‘scudetto’, tocó la gloria el 10 de mayo de 1987.

Era la penúltima jornada de Liga y un punto era suficiente para proclamarse campeón de la Serie A por primera vez en sesenta años de historia. El Nápoles ganó el ‘scudetto’ con 42 puntos, tres más que la Juventus de Michel Platini.

Las celebraciones se prolongaron durante varios días. Alguien se tomó incluso la molestia de acercarse al cementerio de Poggioreale y escribir con pintura azul ‘E non sanno che se sò perso’ (‘No sabéis lo que os habéis perdido’). Al día siguiente, otra pintada respondía: ‘¿Quién ha dicho que nos lo hemos perdido?’.

Maradona conquistaría también el scudetto de la temporada 1989-90, la Copa de 1987, la Supercopa de 1991 y la UEFA de 1989

La semifinal de 1990, el principio del fin

El destino quiso que Italia y Argentina jugasen la semifinal del Mundial de Italia’90 precisamente en el San Paolo de Nápoles.

En los días previos, la ciudad se dividió entre partidarios de la selección italiana y de Maradona. “Si me quieren ver contento, que apoyen a Argentina: cuando Nápoles me necesitó, yo siempre estuve ahí”, dijo Diego días antes.

El partido lo ganó Argentina en la tanda de penaltis. En la final, Maradona insultó ante la cámara al público que pitaba el himno argentino. Ahí empezó a romperse el idilio: Maradona se convirtió en el personaje más odiado de Italia.

En enero de 1991, fue investigado por posesión de drogas y prostitución. En marzo de 1991, tras un partido en Bari, se encontró cocaína en su orina. Fue sancionado sin jugar un año y medio. Preparó la mudanza y se fue para siempre. “Cuando llegué, me recibieron 85.000 personas. Cuando me fui, estaba completamente solo”. 

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