El 22 de noviembre de 2005 Hansi Flick tiene una revelación en el Camp Nou. Se juega un Barça-Werder Bremen de Champions, Ronaldinho le hace una cola de vaca a Micoud y se oyen los ooohs de una grada hipnotizada por un genio. El brasileño viene de ser aplaudido en el Bernabéu hace solo tres días y cada vez que toca el balón hay una sensación vibrante en el estadio.

Es imposible no mirarlo, pero entre el público hay un espectador más interesado en lo que ocurre en los banquillos. Es Hansi Flick, que acaba de ser cesado del Hoffenheim de 4ª división y está en crisis.

“Con el disgusto del cese, coge un avión a Barcelona para ver el partido. En la grada, se sienta cerca de los banquillos ocupados por Rijkaard y Thomas Schaaf. Aquello le hace renacer un fuego interior. Siente que sí, que él también quiere ser como ellos”.

Quien lo recuerda para SPORT es el periodista Isaac Lluch, establecido en Alemania desde hace años. “Fue una manera de reafirmarse, de decir: No voy a bajar los brazos, me voy a seguir preparando para la élite”. La anécdota retrata cómo, detrás de esa serenidad que transmite en sus apariciones públicas, se esconde un tipo pasional, sobre todo en situaciones de crisis.

Las dos caras de Flick

Ese fuego interior ha sido una constante en ese camino hacia la élite que incluye el Salzburgo (asistente), la selección alemana (ayudante de Löw, director general y primer entrenador) y el Bayern (el técnico de un sextete histórico). Flick puede ser un tipo muy temperamental, pero su manera natural de afrontar los problemas es llegar al futbolista desde el diálogo.

Lo explica el periodista residente en Alemania, Seb Stafford-Bloor de The Athletic. "El mejor ejemplo es cuando sustituyó a Kovac en el Bayern. Se encontró con un vestuario lleno de futbolistas con mucho poder que no estaban satisfechos. Supo ganarse a los veteranos e hizo un gran trabajo para cohesionar al grupo. Desde la etapa de Pep, esa fractura en el vestuario ha sido una constante excepto en los años de Hansi".

Un futbolista que conoce muy bien el trabajo del alemán es Javi Martínez, que estuvo a sus órdenes en el Bayern. En una entrevista a Jijantes ya avisaba que su temperamento no es el de técnicos como Guardiola, que no bajan de revoluciones. “Es muy tranquilo, se enfada pero no tiene esa intensidad de Guardiola. Muchas veces lo que hacía era tranquilizarnos a todos cuando las cosas no iban bien. Te decía: 'tranquilos, vamos a hablar'. Quería que esa frustración que sentíamos la mostráramos en el campo".

Una ligera cojera

Para entender cómo Flick se convierte en un gran gestor hay que reparar en su etapa como futbolista. Una carrera donde no siempre tiene un rol protagonista y que además se ve golpeada por una lesión de ligamentos cruzados que le da otra perspectiva de la profesión. A día de hoy todavía mantiene una ligera cojera de esa época.

Como entrenador, Flick no solo está pendiente de las vacas sagradas, porque sabe lo que es tener un rol secundario y que no haya comunicación con el entrenador. "La empatía es uno de sus grandes activos", subrayan en Alemania. Pero hay otro factor clave en su vida que le ayudó a leer mejor a la gente.

El periodista Juanma Romero, conocido en Twitter como Guardiolato, recuerda este episodio. "El año 1995 montó una tienda con su mujer de ropa deportiva que llevaba su nombre. Su hija lo ha contado alguna vez: le gustaba mucho el trato con el cliente y ahí desarrolla mucho este aspecto. Y luego los años como asistente le obligan a esa parte más empática, porque el primer entrenador es una figura a temer. Él se centra más en lo motivacional, en lo psicológico".

Pero Flick no solo ha enseñado ese lado tranquilo. El documental Todo o nada de la selección alemana en Catar muestra las dos caras del técnico. Un Flick que busca soluciones tácticas consultando a sus jugadores, pero también una versión mucho más visceral en momentos de estrés.

"Creo que le da mucha importancia a tener buen ambiente. Por un lado, prefiere la armonía, pero dejando muy claro que si te pasas de la raya habrá consecuencias", apunta Goretzka durante el documental.

"¿Qué si grita? No, que va. Pero cuando habla es muy claro", subraya Rüdiger. Durante los capítulos vemos a un Flick que muestra una versión más grave cuando se dirige al grupo ("chicos, también se trata de disciplina, ¿vale? A partir de ahora, a les reuniones se llega puntual, si no habrá consecuencias") y más conciliadora en las reuniones individuales.

Flick tuvo que trabajar durante todo el Mundial en un ambiente enrarecido por todo el ruido mediático de la prohibición de la FIFA a usar el brazalete "One Love" y el equipo tapándose la boca como protesta en su debut ante Japón.

Una situación que provocó rechazó a la selección desde Alemania por ceder antes las presiones del organismo. Los jugadores sufrieron esta sensación de no tener el apoyo de sus país.

Su experiencia con la selección no terminó bien y en Alemania hablan de dos etapas. Una primera donde trata de buscar consensos en el vestuario y una segunda, tras la debacle mundialista, en la que deja fuera a pesos pesados de las convocatorias y busca soluciones con una revolución táctica fallida: una defensa de tres que tampoco le dio buenos resultados.

"Cuando le ha tocado estar más pendiente de la pizarra como en la selección no le ha salido tan bien y se habló mucho de la autogestión de ese equipo", apunta Romero.

Tensión con Salihamidzic: "¡Cierra el pico!"

También en el Bayern conocen algunos estallidos de carácter del técnico. Una persona que conoce muy bien las interioridades del club, pero prefiere mantener su anonimato, explica varias anécdotas. "Hansi es una persona que no soporta perder a nada. En el Bayern aún recuerdan cuando perdió una partida al backgammon [un juego de mesa] con un miembro de su staff y estuvo sin hablarle unos días".

Aún más llamativo fue un encontronazo con Salihamidzic en el autocar. Según el diario Bild, Flick escuchó al entonces director deportivo del Bayern criticar en voz alta al equipo y subió el tono: "¡cierra el pico!". Una frase que hizo que Salihamidzic se trasladara a los asientos de atrás.

Las discrepancias con el director deportivo sobre las decisiones estratégicas fueron una constante en su segunda y última temporada con el Bayern. "Rummenigge era de la cuerda de Hansi, pero Hoeness apoyaba a Salihamidzic y esa es una guerra que solo podía perder", recuerdan estas mismas fuentes.

El choque cultural y el encuentro con 'Dome' en Manchester

Uno de los grandes retos de Flick en el Barça será trasladar esos dotes comunicativos en las distancias cortas sin dominar el idioma. Las personas consultadas para este reportaje apuntan al choque cultural que supondrá para Flick, un técnico sin experiencia fuera de su país, un club tan complejo como el Barça.

"Hansi no creció en una de las grandes ciudades de Alemania. Los medios siempre destacan como logró tantas cosas a pesar de venir de un sitio pequeño. Es una persona que se comunica bien en su lengua, pero que no domina el inglés al mismo nivel que otros técnicos alemanes de la élite", recuerdan en su país.

El propio Flick es consciente que necesita empaparse de Barça. Así lo ha hecho en los últimos meses incluido un encuentro con Guardiola y una cena en Manchester con Domènec Torrent, ayudante de Pep en el Barça, Bayern y City. Una comida en la que ya demostró estar muy al caso de la irrupción de jóvenes como Cubarsí.

También Juanma Romero subraya que necesitará un proceso de adaptación. "Es la primera vez que sale de casa. Es un hombre muy casero, que siempre ha buscado la zona de confort y llega a un club como el Barça con mucha ruido mediático. Habrá un choque cultural importante".