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“El padre de Induráin me dijo: ”ya me conformaría yo con que mi hijo fuese como tú'”

Hace 38 años que Álvaro Pino ganó la Vuelta a España. Pero ahora, a los 67, sigue montando en bicicleta seis días a la semana. Nunca baja de los 80 o 90 kilómetros. “Salgo, aunque me duela algo”, explica. 

 

Vive en Vigo. A dos minutos andando del mar. Y, como dice él, se dio cuenta de la importancia del mar cuando su hija se fue a estudiar a Salamanca. “Nada más volver me dijo: ‘sólo hay un problema: es una ciudad que no huele a mar”, recuerda Álvaro Pino que, a los 67 años, está preparando el Gran Fondo de Ézaro y entrena hasta 120 kilómetros seis días a la semana. “Me sigue gustando sufrir”.

¿Quién es Álvaro Pino en el ciclismo de hoy?
Yo era el pundonor. Tenía una capacidad de sufrimiento importante. En mi cabeza pasaba momentos difíciles. Pero veía la cara a los rivales, que iban muertos, y me convencía de que estaban tan jodidos como yo. Y esa era la fuerza que yo tenía. Pero no tenía la clase ni los genes de Perico, Fabio Parra, Hinault…

Pero ganó una Vuelta.
Es que cuando estaba al cien por cien… Al cien por cien, yo llegué a ganar hasta una contrarreloj a Miguel Induráin. Puedo presumir de eso. De hecho, el año pasado Miguel vino a la marcha de mi pueblo y en una charla bromeé con él acerca de ese día.

¿Y se acordaba?
Ya lo creo. Se acordaba de que era una crono dura, exigente, de fuerza. Y de que le había ganado en Baqueira dos días antes cuando nos quedamos él y yo solos con los colombianos por detrás. Pero es que es eso. De días puntuales siempre te acuerdas. Entonces él era el gran favorito. Pero yo iba de líder.

Usted va a cumplir 68 años y sigue montando en bicicleta.  
Sí. A veces hasta seis días a la semana y hago una media de 120 kilómetros. Tengo achaques que si una rodilla, que si un poco de lumbalgia pero son cosas menores y, ¿sabe lo que pasa?,  después de vivir lo que vives en la bicicleta uno se acostumbra a pasarlo mal.

Lo pasó mal. 
Claro. Al final, en la carrera de un ciclista siempre tienes más días de penurias que de gloria. Yo no fui Pogacar ni Hinault ni  Perico… Por eso sufrí y sufrí mucho.  Así que aprendí a convivir con dolores, con molestias. Otros en mi caso dirían, ‘hoy no salgo en bicicleta porque me duele esto o lo otro’. Pero yo tengo el dolor tan dentro de mí…

Y se sigue machacando
Suelo salir solo. Pero si me encuentro con alguien en el pueblo ya sabe lo que pasa. Sobre todo los fines de semana. Amigos que salen con eléctrica. Pero la mayoría de las veces voy solo y es verdad que cuando me machaco mucho o llego asfixiado al alto me pregunto ¿para qué?

¿Podría vivir sin la bicicleta?
Creo que sí. Uno se acostumbra a todo. Pero es verdad que si me falta la bicicleta me quitas parte de mi identidad y de lo que fui desde los catorce años.

Hasta su hijo fue ciclista.
Estuvo compitiendo antes de la universidad, de entrar en Administración y Dirección de Empresas. Terminó la carrera y probó un año. Pero luego le salió trabajo y era un momento tan difícil en el ciclismo… Hoy tiene 39 años y cuando viene al pueblo sigue saliendo conmigo.

¿Y quién es mejor?
Uff, mi hijo me sigue en Strava y me tiene muy controlado. Cada vez que me paso me dice, ‘papá, ten cuidado a ver si te va a dar algo’. Pero él vive en Madrid. Sí es verdad que ahora con el teletrabajo puede venir más…

¿Y usted se deja caer por Madrid?
De vez en cuando, sí. Estuve hace diez días. Pero yo soy de tranquilidad y mi hijo vive en el centro. Ahora, que se va a ir a vivir a la zona de Galapagar, cerca de la sierra, me animaré a ir más.

Está como un roble.
Pero ya le digo. Mi hijo me dice que no hace falta que fuerce tanto y la cabeza tampoco me da para ir al límite. Pero a veces te calientas, sí. La última locura la hice en mi marcha que es muy dura. El último puerto tiene rampas del 13 y 15 por ciento en los kilómetros finales y llegué con Induráin arriba.

Eso está muy bien.
Pero lo que quería contarle es que cuando llegamos Miguel me dice: ‘¿forzamos y cogemos a los de delante?’ y yo, del calentón que llevaba, le tuve que decir, ‘mira, yo no puedo ni hablar’.

Un tío majo Induráin.
Tengo muy buena relación con él. Siempre le recuerdo la anécdota con su padre. Un día, en la Vuelta al País Vasco, donde yo era líder de la montaña, me vino a felicitar y me dijo: ‘ya me conformaría yo con que mi hijo fuese como tú’, fíjese qué cosas.  Años después, cuando volví a verlo, se lo recordé. “No pensaba que iba a llegar a tanto”, me contestó él.

Esa anécdota es como un libro de historia.
El libro de historia es Miguel. Miré, la última vez yo no quería llamarle para mi marcha, pero los chavales, que la organizan y que son nuevos, me insistieron. Y le llamé. Y le cogí en Benidorm. Y me dijo que el lunes, cuando volviese a Pamplona, me diría. Al final, aquí estuvo.

Se lleva en la sangre el ciclismo. 
Si pasan tres o cuatro días, en los que no cojo la bicicleta, estoy desesperado y al final me da igual que siga lloviendo que yo salgo.

¿Y le apasiona el ciclismo por televisión?
A no ser que sea un monologo como el último Giro, sí. De hecho, en este Tour, si Pogacar está como en el Giro, vamos a disfrutar poco. Sólo ver quien hace segundo, tercero y poco más. Pero confío que un Vingegaard llegue, por lo menos, al 80%.

¿Y al 80% será suficiente?
La primera semana no es complicada. Después, en la alta montaña es superior. Sobre todo cuando son tres o cuatro días seguidos y en la crono están parejos. La verdad es que yo soy más de Vingegaard. Le vi en O Gran Camiño en directo. Me encantó. No arranca como Pogacar a 30 o 40 kilómetros. Pero tampoco espera a los últimos 500 metros.

Es como elegir entre  papá o mamá.
Sí, efectivamente. Pero a los que nos gusta el ciclismo tenemos que estar elegidos a los dos. Tienen un nivel extraordinario…

¿Y Carlos Rodríguez? ¿Y Ayuso?
Mire, Carlos tiene un gran nivel y es más regular, más consistente para un Tour. Me parece más corredor. Ayuso es más explosivo, más tipo Pogacar. Puede ganar una Vuelta al País Vasco o una Vuelta a Catalunya, a lo Pogacar. Pero yo creo que para un Tour o para un Giro es más corredor Carlos.

El año pasado tuvo opciones de podio. 
Sí. Es un corredor muy solvente. Me recuerda la época en la que coincidió Fuente con Eddy Merckx. A lo máximo, podía hacer segundo, tercero o cuarto y a Carlos le está pasando lo mismo. De no ser por ellos, tendría opciones de ganar el Tour.

 

 


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