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Julián Gorospe, a los 64 años: “La gente aguanta en el ciclismo por dinero”

Publicado por
Alfredo Varona
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Hace 40 años, Julián Gorospe era uno de los dioses del ciclismo español, desde que le vimos asustar a Bernard Hinault en la Vuelta del 83.

Vive en Durango en una casa con terreno: ya tiene 64 años y una presencia encantadora como la de aquel ciclista que encandilaba a las jovencitas. Siempre se recordará aquella vez en la que la Vuelta a España llegó a León. Un grupo de chicas no hacían más que gritar su nombre a la entrada del hotel y él, avergonzado, no sabía dónde meterse hasta que llegó José Miguel Echavarri y le dijo, ‘venga, Julián, sal al balcón, porque sino esto no se acaba”.

Hace 40 años era un ídolo.  
Estaba en el mundillo. Era muy bonito. Realmente todo lo que sucedía en aquel Reynolds era muy bonito. Estaba Laguia, estaba Arroyo, estaba Perico, estaba yo… Cada uno en su sitio. Nos repartiamos las carrera, la fama, las victorias.

Como buenos hermanos.
Éramos una familia en la que Echavarri era como un padre que no nos exigía. Solo nos acompañaba porque él no era un director avaricioso.  A lo sumo, un dia te podia echar una mala mirada. Pero al día siguiente te dabas cuenta de que ese hombre era uno de los nuestros.

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Se vivía bien entonces.
Se vivía porque vivíamos sin miedo. Sabíamos que teníamos al patrocinador porque el dueño de Reynolds era un gran aficionado al ciclismo que nos decía que no nos preocupásemos. Y eso nos permitía dar a cada uno lo mejor de nosotros mismos. En mi caso cogía la forma rápido.  Me gustaba el frío y entonces ese era mi momento.

Pero los líderes de esa época fueron Perico, Arroyo e Indurain.
Sí, porque además, era gente que iba muy bien con el calor…

¿Y cómo era trabajar para ellos?
Perico era más nervioso y nos exigía más. Pero es que no era fácil ser Perico en esa época porque todo el mundo lo veía como una figura y él lo  aceptaba. Le gustaba. Pero Arroyo e Indurain eran un encanto siempre igual de humildes. De hecho, con Indurain todavía celebramos un par de comidas al año porque tuve esa química con él. Los dos éramos del norte y eso influye.

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¿Fue Gorospe un talento por explotar?  
Tenía más jugo. Eso es verdad. Pero es que tuve mis bajones. A principio de año, bien con  agua y frío, sí. Mi cuerpo rendía mucho, pero luego…. Aun así gané una etapa en el Tour. Gané etapas en la Vuelta. Hice mis cosas contrarreloj. Llegué a ser líder en la Vuelta del 83….Tengo cosas que contar.

El problema era en la alta montaña.  
Porque yo no era un gran escalador y en esa época vinieron los colombianos, que eran espectaculares, y yo no podía. Había que reconocerlo, y menos con calor. Pero es lo que digo siempre. Aun así estuve trece años. Luego, me retiré cuando quise. A los 34 años. Nadie me lo impuso.

¿Y por qué se retiró?
Porque empezaron a llegar chavales con 22 que te preguntaban qué hacías tú allí con 34 años. Un día yo mismo me hice esa pregunta y, como Perico, decidí, ‘hasta aquí menos llegado’.

Y se fue.
Y me fui.

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Y después volvió a irse  en 2006 como director de Euskaltel y ya no volvió mas. 
Habia mucha presión. Esto ya no era Reynolds. No me gustaba vivir así. Si no salen las cosas, te aprietan y te dicen que como no tengan suficientes puntos te quedas fuera… Mire el caso de Movistar el año pasado y ese estrés, ese punto de inseguridad, el director te aprieta, el corredor no puede, no me gusta. Los contratos son buenos, sí,  pero inseguros…. Te das cuenta que la gente aguanta en el ciclismo por dinero.

¿Y cómo Unzúe lleva casi 50 años?
Pues por eso, porque le gusta mucho el dinero.

Pero tiene casi 70 años.
Sí, y son años. Pero cada uno organiza su vida de una manera. Eusebio está un poco de cara a la galería, ya no está ocho horas al volante como antes, ha delegado un poco más,  tiene metida ahí a la familia, en fin…

Y todo eso influye. 
Seguro. La empresa es suya. Movistar le da un dinero y ése dinero lo administra él.  Y para  tener continuidad los resultados son importantes. Si no tienes puntos te quedas fuera del Tour. Y es lo que hablamos. Insisto en que eso es presión.

Usted ahora trabaja de comercial. 
Pero es un trabajo en el que no me aprietan. Tengo una vida sana con la familia, con la nieta, en mi casa  con mis frutales, mi huerta, mi todo. Las cosas van bien. Llevo ya muchos años en el trabajo. Tengo 64 y, en principio, sólo queda un año para jubilarme.

Le fue bien después del ciclismo.  
A veces es dudoso porque cuando eres ciclista parece que nunca va a acabarse. Pero todo llega. A algunos es como si les cayese un jarro de agua fría. Pero otros nos amoldamos mejor. Eso sí,  yo tampoco sabía donde iba a empezar a trabajar, pero… Hice de comentarista de ETB. He hecho cosas en mi vida, he ahorrado, he invertido, no tengo vicios ni gastos extra. Mi vida, sobre todo, es familiar.

Tenía un hermano que corría con usted: Rubén Gorospe.  
Si, claro. Logró alguna victoria. Ayudó al equipo. Luego se fue al Euskadi. Y cuando se retiró fue director en aficionado hasta que la marca dejó de apostar. Trabaja en una empresa en el almacén, preparando pedidos y más cosas. Está bien visto y eso es lo importante.

El ciclismo ya pasó.
A veces, hago bicicleta. Pero, sí, ya no estoy lo suficientemente informado y los equipos son tan grandes… Antes había dos mecánicos, dos masajistas y los directores. Ahora cada ciclista tiene su propio masajista. La gente ya ni se conoce.

 

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Alfredo Varona