Su ídolo era Bekele y si se encontrase con Javier Gómez Noya, confiesa que se “quedaría en blanco”. Es la historia de Javier Romo Oliver, ciclista de Movistar Team que nació el día de reyes de 1999 (6 de enero) y que ahora, en su debut en el Tour de Francia, está brillando.
Pero es que hoy, si le preguntásemos, seguramente sus ídolos serían distintos. Su vida ha cambiado.
Con tan solo 16 años, Javier Romo fue descubierto en un programa de detección de talentos como una de las mayores promesas del triatlón del país, lo que le permitió trasladarse a la residencia Blume de Madrid desde su pueblo, Villafranca de los Caballeros (Toledo).
En aquel momento, las cosas le iban bien. Con 18 años, en el Campeonato de España de 2018, su triatlón de distancia olímpica más rápido de siempre, terminó 4º en 1h51:33 corriendo los 10 km en 32:20 minutos lo que significa que también vale para la carrera a pie.
Pero la llegada del confinamiento y la falta de competiciones para triatletas, le animó a probar en alguna carrera de ciclismo. “Después del confinamiento no encontraba triatlones para competir, y un día, entrenando con varios ciclistas, me dijeron que por qué no probaba a hacer ciclismo”.
Y lo hizo. Y en agosto de 2020, en su tercera carrera en ruta campeón de España sub-23, fichó por el Astana y hace unos meses Movistar llamó a su puerta.
La vida le ha demostrado que su decisión fue la correcta. El domingo, tras una gran etapa del Tour, quedó séptimo y estuvo cerca del triunfo. “La etapa que más he disfrutado como ciclista”, confiesa a los 25 años. Todo el mundo coincide en que está haciendo un gran trabajo. El futuro dirá, pero el nombre de Javier Romo ya suena fuerte, y eso que como quien dice acaba de empezar.
