Perder como ha perdido este Tour Pogacar también hace afición. Es la principal enseñanza que nos deja con casi 25 años.
El Tour de Francia ha terminado y una cosa tenemos clara: estamos orgullosos de Tadej Pogacar.
Porque lo ha intentado de todas las maneras. Por tierra, mar y aire. Pero no ha sido posible.
Desde la primera etapa de montaña en el Joux Plane, donde recibió el primer golpe de Vingegaard, hasta la agonía por la que pasó en el Col de la Loze, donde el mismo asumió la derrota.
“Me fui, estoy muerto”, reconoció.
Asumió que el partido lo había perdido en los minutos finales.
Que Vingegaard iba a ser el campeón. Y él debía conformarse con la segunda plaza.
Que no está mal.
Pogacar aún es joven, aunque es verdad que el tiempo pasa. El 21 de septiembre cumplirá 25 años. “Me hago mayor”, acepta al analizar el futuro.
Pero nadie duda de que Pogacar volverá a intentarlo. Una y otra vez.
Así lo ha demostrado durante estas tres semanas, donde incluso en la etapa de ayer, sin nada en juego, consiguió la victoria.
Una victoria que, aunque no tenga la más mínima trascendencia en la general, para él ha sido importante. “Estoy muy feliz después de sufrir varios días”, dijo en la meta de Le Markstein, donde venció sobre todo por amor propio ante un Vingegaard que no renunciaba a nada.
Y aunque el final no ha sido el soñado, le damos las gracias a Tadej Pogacar.
Porque para muchos de nosotros se ha convertido en el ganador moral de este Tour de Francia que resultó tan apasionante.
Perder así también hace afición.
