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“Era un ídolo. Llegaba a Bélgica y me ponían el ‘qué viva España’ de Manolo Escobar”

Publicado por
Alfredo Varona
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Pedro Torres llegó a ganar el Gran Premio de la Montaña en el Tour de Francia lo que cambió su reputación como ciclista. Hoy, a los 74 años, recuerda esa vida y todavía la echa de menos. “Si volviese a nacer sería ciclista”

 

Vive en Torredembarra (Tarragona), pegado al mar.  Su lenguaje expresa salud y felicidad. Toda la felicidad posible. Quizá a los 74 años no se puede pedir más. “El ciclismo me ha permitido tener la vida que quería”, explica hoy Pedro Torres, que en las etapas de montaña era una piedra en el zapato para Eddy Merckx. “Recuerdo que quiso ficharme para su equipo”.

Fue un histórico del ciclismo.
Cada uno ha dejado lo que ha podido. Estoy contento con lo que hice. Ahora, disfruto viendo el ciclismo actual. Incluso a veces, viendo la televisión, sudo de la emoción: la cara, los sobacos, todo.

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¿Y con qué se emociona?
Viendo el ciclismo me emociono con todo. Pero en especial con Pogacar. Para mí no hay nadie como él y mira que en este último Tour se equivocó en la táctica o le aconsejaron mal. Quiso controlar la carrera desde el principio. Cuando quieres controlarlo todo, al final, no controlas nada.

¿Y en qué se parece Pogacar a Merckx?
No se parece. Pogacar es explosivo. Merckx era como Indurain. No se ponía nervioso nunca. Sabía esperar.  Fuente le atacaba y él no iba nunca a buscarle. Mantenía su marcha. Pero Pogacar demarra, es más atacante.

Usted también atacaba a Merckx.
Ya lo creo. Sobre todo, recuerdo en una Vuelta a España subiendo un puerto en el País Vasco, y en una Semana Catalana que ganó Zoetemelk… Se escaparon los dos, les cogí y aproveché la montaña, que era mi fuerte.

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¿Qué ha sido de su vida?
Dejé el ciclismo en 1980. Viví 17 años en Barcelona hasta que me instalé en Torredembarra en 1991 y desde entonces hasta hoy.

¿Y cómo fue?
Cuando yo corría en bicicleta buscábamos un sitio para que los chicos estuvieran de vacaciones para pasar el verano. Siempre estábamos de alquiler en cualquier sitio de la Costa Brava hasta que decidimos comprar una casa.  Estuvimos un mes dando vueltas hasta que llegamos a Torredembarra. Nos convenció totalmente.

Jubilación dorada. 
Hago de abuelo. Voy a comprar. A veces, cojo la bicicleta y doy una vuelta. Una vida tranquila, ya lo ve. Nada especial. Pero desde la ventana de casa veo el mar y a la derecha el faro. No me hace falta ni caminar.

¿Y qué se siente al despertar junto al mar?
Me gusta, sobre todo, cuando estoy durmiendo. El ruido de las olas frente a a los acantilados me relaja y me ayuda a quedarme dormido.  No lo cambio por nada. El día que llegué dije ‘yo de aquí no me muevo’, porque, además, luego la combinación es muy buena. En una hora en tren estoy en Barcelona.

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Tiene 74 años. 
Me siento bien. Hay gente que me dice ‘Pedro, qué bien te veo’. Pero yo no hago otra cosa que descansar bien y comer sano. Puedo decir que cuando corría en bici pesaba 62 kilos y ahora no subo de 65 .

Y han pasado más de 40 años.
Y no hago ninguna dieta. Hoy, compramos una dorada y un poco de verdura para comer y ya está. Pero, eso sí, lo que no pruebo son los fritos. Mi mujer es una buena cocinera. Se mete en la cocina y se tira toda la mañana. Yo aprovecho para ir a comprar lo que necesita. Luego, voy a la cafetería. Me tomo un cortado y leo la prensa.

¿Esta vida es mejor que la de ciclista profesional?
No, mejor no. Si volviese otra vez yo siempre sería ciclista. No puedo engañar a nadie. El ciclismo lo echo en falta. Para mí, ni siquiera era duro porque hacia lo que me gustaba. Es verdad que pasé momentos malos. Pero aun así.

Ganó el premio de la montaña en el Tour de Francia.
Sí, en mi primer Tour en 1973. Nuestro director era Bahamontes y nos reunió y me dijo: ‘Pedro, el Tour es una de las carreras que te lo da todo o te lo quita todo’. Y llevaba razón. Todo el mundo se acuerda, sobre todo, de lo que hice en el Tour.

¿Y eso es lo que quería?
Fue lo que viví y lo que me permitió que me hiciesen contratos para Criteriums. Estuve un mes en Bélgica y otro en Francia. Iba a los circuitos y me ponían el ‘qué viva España’ de Manolo Escobar. Se me ponían los pelos de punta.

Fue un grande. 
Hice mucha amistad con Merckx. Mi bicicleta se la llevaba su mecánico y al día siguiente la traía todo limpia. Luego, recuerdo que me quiso fichar para su equipo. Fui hasta a su casa y allí él mismo me dijo: ‘Pedro, piénsatelo bien, estás recién casado’. Me hizo recapacitar y por eso no fiché con él. Renové con Casera.

En cualquier caso, el ciclismo le trató a usted bien. 
Sí, con lo que yo gané en dos meses corriendo Criteriums me compré un piso de 80 metros en Barcelona al lado del Camp Nou. Siendo yo: socio del Barca. Nada menos.

Impresionante. 
Pero, sobre todo, porque el ambiente en los Criteriums lo era. Y todo eso lo viví gracias al buen papel que hice en el Tour de Francia. Ganar la montaña. No tenía que preocuparme por nada. Me decían en tal sitio y a tal hora. Al terminar, me daban el sobre con el dinero.

Se le ve feliz.
De verdad que sí. He sido un privilegiado siempre. Eso es lo que me hace estar a gusto. Un día u otro llegará mi final. Pero eso no lo pienso. Tengo 74 años y estoy bien. Es lo único que puedo hacer para vivir más tiempo. Cuidarme. Y para mí cuidarme no es ningún sacrificio. Bebo dos litros de agua, como mínimo, al día. Nada más levantarme lo primero que hago es beber agua antes de desayunar.

¿Qué más puede contar de la vida?
Tengo un nieto al que llevo al colegio y voy a recogerlo. Mis hijos también viven en Torredembarra. Y los viernes se queda a dormir en casa. Tiene 12 años. Me da mucha vida. Y lo contento que está cuando viene a casa y se queda en su habitación con la televisión.

¿Y le gusta el ciclismo?
Bueno, lo que más le gusta es el fútbol y es del Barcelona. Incluso, su padre le lleva a ver al Nastic de Tarragona. Pero cuando está conmigo ve el ciclismo porque lo pongo por televisión y lo ve, lo vemos juntos.

 

 

 

 

 

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