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“En la universidad de Salamanca, decidí volver y logré ser campeona del mundo”

Publicado por
Alfredo Varona
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Dori Ruano fue campeona del mundo y participó en tres JJOO. Hoy, a los 55 años, trabaja por y para la salud en Salamanca: la salud de los demás.

Su biografía en el ciclismo es muy seria. Su voz transmite optimismo y sus palabras energía positiva. “Como decía mi madre, mi nombre es un ‘regalo de Dios'”, explica ahora Dori Ruano, que se define a sí misma como “deportista, entrenadora comprometida y emprendedora salmantina”. Por eso una vez que se retiró le ha ido igual o mejor que cuando fue ciclista.

Se llama Adoración. 
María Teodora. La Wikipedia está mal. Mi nombre es María Teodora. Como decía mi madre, ‘regalo de Dios’.

¿Fue un regalo de Dios ir a tres JJOO?
Sí. Ahora, que ha pasado el tiempo y he tomado distancia, me doy cuenta de que sí. Cuando preparé los de Barcelona 92 recuerdo que Ángel Giner, nuestro entrenador, nos decía que estar en los JJOO, aunque sea de barrendero, ya es un privilegio.

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Y llevaba razón. 
Es un regalo de la naturaleza. Yo estuve en tres (Barcelona 92, Sidney 2000 y Atenas 2004). No fui a Atlanta porque tras los Juegos de Barcelona vivimos un vacío en el ciclismo femenino.

Y no se podía correr gratis. 
Yo corrí gratis. Me quedé en el año 94 en la Blume. Sólo me dedicaba a entrenar, porque no había competiciones internacionales. Fue una situación extraña hasta que decidí dejar la bicicleta.

¿Y cómo volvió?
Volví a Salamanca a estudiar.  Pero entonces mis compañeras, mis profesoras, todas eran deportistas y me animaron. Y en 1995 José Luis Algarra me llamó para ver como estaba y me dijo que debía volver. Y yo le dije que lo que me motivaba era el Campeonato de España de contrarreloj individual. Y así fue como volví.

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Y llegó a ser campeona del mundo.
Cuatro años después, sí. Pero todo fue casualidad, no crea. Toda mi vida fue casualidad, en realidad. En el 96 estaba de moda el récord de la hora. Teníamos Boris Vasilev que me propuso pasar a la pista. Fui al velódromo de Barcelona. Luego, a una Copa del Mundo en Grecia, donde quedé cuarta. Me clasifique para el Mundial y un año después lo gané en Burdeos.

Y ahora se dedica a entrenar a gente normal y corriente.
Me dedico a la salud. Terminé mi licenciatura en educación física. Al principio, monté una escuela de ciclismo en Salamanca. Luego, vino mi centro de entrenamiento en Salamanca y me metí en el mundo de las lesiones y de los dolores, en el ejercicio para la salud, sobre todo. Llevo diez años ya.

¿Y le llena?
Mucho. Al principio, no lo tenía claro. Pensaba que mi destino iba a ser el alto rendimiento, pero ahora soy muy feliz. He visto como solucionaba y cambiaba la vida de  personas.

Y eso es más agradecido que el alto rendimiento.
No me cambiaría. Ya no siento envidia de ir a unos JJOO. Ahora tengo mucha retroalimentación. Trabajo mañana y tarde, sí. Podía trabajar hasta de noche. Tengo gente esperando con la muleta cuando salgo a las diez de la noche. Gente desahuciada de los médicos, de las pastillas que busca mi ayuda.

¿Y gana mucho dinero?
Al principio, el dinero era más importante. Había que pagar las facturas. Pero ahora ya es distinto. Además, no gano tanto dinero. No cobro lo que creo que valgo. Tengo dos locales que me quedan poco para pagarlos. Eso sí, si ahora quisiera trabajar menos podría hacerlo.

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¿Qué queda de la ciclista?
Todo. Voy en bicicleta a trabajar. Los sábados y domingos voy con mi gravel. Voy a la Vuelta a Valencia con Ángel Casero; a la Vuelta a España con Javier Guillén…, en definitiva llevo a la ciclista dentro.

¿Y con quién se quedan sus pacientes?
Tengo dos chicos que trabajan conmigo. Desde la Universidad Pontificia de Salamanca me mandan prácticas de octubre a diciembre. Son 100 horas y me entra una chica en marzo. También formó chavales y a todos les enseño que la actividad física sirve para cambiar vidas.

Porque llega gente muy machacada
Pero mucho. Yo estuve 18 años de rendimiento en ciclismo. Pensaba que no había nada peor. Pero ahora veo que hay profesiones mucho peores y que, a comparación suya, lo mío fue deporte salud. Hay colectivos como el de enfermeras, que vienen muy. muy machacadas. Sobre todo, las de antes. O el de las cajeras en el supermercado. La sociedad está machacada. Hay un 80 o 90 por ciento de gente con dolor de espalda. Así que ¿cómo me voy a quejar yo de que me duele algo?

¿Y cómo se lo soluciona?
Hago entrenamientos personales. Es entreno funcional. Cada uno lo que necesita. No es nada del otro mundo. Es ejercicio organizado. No es hacer ejercicio por hacer ejercicio. Esta todo inventado. Pero cada uno necesita una cosa.

Eso es lo fundamental
Lo primero es quitarle el dolor. Hay gente que lleva trabajando conmigo desde que abrí el centro hace nueve años. Tengo una chica que ha pasado de ir a la unidad del dolor a dar gracias a la vida desde que nos conoció.  La motivación no soy yo, sino los testimonios de la gente que ha trabajado conmigo y que me gustaría plasmar en un libro.

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Alfredo Varona