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El ciclista que ganó la Vuelta a España con 21 años tras dejar la guitarra

Publicado por
Alfredo Varona
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Las mejores historias siempre aparecen sin avisar y en el caso de Angelino Soler así fue. Aquella Vuelta a España que ganó iba de gregario. Desde entonces, nadie ha logrado igualar su precocidad.

 

En mi intento por conocer la historia del ciclismo, una de las personas que me presta su ayuda es Chema Rodríguez, que fue el creador de ‘Meta 2 mil’ y que hoy, a los 73 años, disfruta de la jubilación en Benidorm.

-¿Conoces a Angelino Soler? -me preguntó un día.

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Entonces me contó que era un personaje fascinante y me facilitó su contacto. A los pocos días, le llamé para quedar con él. Fue el propio Angelino quien me cogió el teléfono y me explicó con suma educación que ahora no se siente con facultades para una entrevista.

-Quizá más adelante -añadió.

Pero eso no detuvo mi curiosidad por saber acerca de un ciclista casado con la eternidad que nos traslada a esos tiempos en blanco y negro, a esas épocas en la que  los ciclistas podían retirarse por una pulmonía o por falta de tubulares, a esos años en los que todos nos sentimos Joseph Cotten en ‘El cuarto mandamiento’.

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Y uno de ellos fue Angelino Soler, que nunca pretendió ser uno más.

Y la verdad es que se ha escrito lo justo de él. Pero todavía conserva un lugar en la historia que no ha igualado nadie. Ni siquiera en esta época de un ciclismo tan precoz. Pero, de momento, la marca de Angelino Soler, como vencedor de la Vuelta a España con 21 años y 167 días, permanece invulnerable. Han pasado más de 60 años y nadie ha conseguido ganar la Vuelta tan joven.

Fue en 1961 y, según me contó Chema, todo tuvo un precio.

-Angelino ganó aquella Vuelta revelándose a su director, Bernardo Ruiz, y a su jefe de filas, Salvador Botella.

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Pero a falta de tres etapas, él vio que podía ganar y, a pesar de su juventud, atendió a esa llamada del destino. Y en el penúltimo día en la etapa entre Vitoria y Bilbao lanzó un ataque brutal en el alto de Urkiola. Obtuvo más de siete minutos y acabó con el belga  Messelis, que era el líder.

Y la historia del ciclismo nos lo recuerda con cariño y con letras mayúsculas. Y por eso es conveniente regresar a ella porque la historia nos ayuda a saber lo que sucedió antes de nosotros, porque, como dejó dicho Aristoteles, “la historia cuenta lo que sucedió; la poesía lo que debía suceder”. 

Angelino Soler es hoy un hombre de 84 años, cuyo historial es como una tienda de antigüedades en la que en el escaparate aparece un gran ciclista que luego hizo diabluras en el Giro de Italia y en el Tour de Francia, donde llegó a ser sexto corriendo frente a Bahamontes, Anquetil o Poulidor.

Pero es que Angelino Soler fue una personalidad en el ciclismo de aquella época. De hecho, Luis Puig lo calificó como “el meteoro de Alcásser” y Juan Osés escribió un libro dedicado a él, ‘El ciclista eterno’, cuyo título no puede ser más oportuno.

Por lo visto, Angelino fue un auténtico caimán. A los trece años tuvo que dejar el colegio para ayudar a su padre en su negocio de ladrillero. Luego, un amigo de la familia le regaló una guitarra y pensó dedicarse a la música. De hecho, me cuenta Chema, que llegó “a presentarse a un concurso de radio”. 

Antes de ciclista, quiso ser boxeador hasta que comprendió que no le daba el nivel. Dejó el ciclismo pronto, a los 28 años. Después, se casó con la hija del alcalde de Alcásser, su pueblo. Tuvo negocios y hasta no hace mucho seguía montando todos los días en bicicleta. Pero ojalá que eso algún día me lo cuente él: yo le estoy esperando.

 

 

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Alfredo Varona