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“El 99% de los deportistas mataría por ser Enric Mas”

Se llama Marcos Rojo y su historia en el ciclismo es lo que pudo ser y no fue. La suerte es que él lo dejó por su propia voluntad y hoy habla sin rencor lo que le permite contar las cosas tal y como las vivió. 

 

El domingo compitió con Katir en el cross de Ajo (Cantabria) y le siguió el primer 3.000. Luego, reventó. Pero eso demuestra su ambición por el atletismo del que se ha enamorado y en el que quiere probar hasta donde puede llegar. La semana anterior fue tercero en el Angliru. Pero antes, hasta los 24 años, fue ciclista y llegó a ser profesional del Burgos BH. Y fue entonces cuando se cayó el castillo de naipes.

¿Fue un amor imposible?
No, no lo fue. Mi sueño era ser profesional y lo logré. Pero sí es verdad que quería dedicarme toda la vida y eso sí que no fue posible. Pero no reniego del ciclismo. No tengo ningún trauma.

¿No siente rencor entonces?
No he vuelto a andar en bicicleta, pero no por rencor. No vivo en mi pueblo. No tengo bicicleta aquí y tampoco es muy compatible con el atletismo. Así que no me arriesgo. Pero el rencor no existe.

Pero lo lógico no era irse tan pronto.
Cuando llevas toda la vida peleando por ello no es lo lógico. Pero ha habido ciclistas como Imanol Estévez, Martín Bouzas o Jon Irisarri que también lo dejaron muy pronto a pesar de tener mucha calidad.

La pregunta es por qué.
Es un cúmulo de cosas. No hay una cosa en concreto. Llegas, ves todo el esfuerzo que tienes que poner, le entregas tu vida pues es difícil compaginarlo con cualquier cosa, hasta con la vida social, la felicidad que obtienes no siempre es suficiente. Si yo hubiese pensado que solo sabía dar pedales hubiese seguido. Pero no tenía miedo al mercado laboral.

¿Y no fue culpa de ningún jefe imposible?
No, no para nada. En el ciclismo he conocido muy buenas y muy malas personas. Tengo como un compañero que me dijo en Lizarte cuando empezaba: ‘ya te darás cuenta, en ningún sitio encontrarás tantos hijos de puta como en el ciclismo’. Y es verdad que me encontré muy mala gente. Pero mi decisión final no tuvo que ver con eso.

Hay jefes que le pueden amargar la vida a uno. 
Tuve directores que me trataron muy bien, incluso demasiado bien y me daban la enhorabuena por ser decimoquinto después de no haber arriesgado nada. Pero tuve otros que me hicieron ver cuando quedé segundo que no era suficiente y fueron los que me transmitieron la competitividad de hoy en día.

No todo el mundo vale para ser segundo.
En el ciclismo ser segundo sólo está reservado para los buenos. Muchos no pueden hacer ni entre los 50 primeros. Pero tuve gente que me inculcó la ambición de salir a ganar. Sobre todo mi segundo año en Lizarte que lo enfocamos con ambición y salió una temporada de ensueño. Ganamos 35 carreras en total. Siempre salíamos a romper la carrera.

Pero, ojo, el otro día se quemó siguiendo a Katir en Ajo.
Claro, claro. Hay que tener los pies en la tierra. De ciclista arrancabas a 60 kilómetros de meta y, faltando 30, se te acababa la gasolina. Pero también se aprende así. Es una manera de foguearte. Y si alguna vez tienes el día bueno…. Si vas a rueda nunca sabes lo que puede pasar. He preferido ser valiente. Mi única victoria en amateur fue arrancando de lejos. Cuando arriesgas sales de dudas.

No será ningún fanático de Enric Mas. 
Corrí mucho con él. Recuerdo discutir en una Vuelta a Palencia en 2015. Estuvimos parejos las tres primeras etapas hasta que me dio una hipotermia y él quedó segundo. Pero, hoy en día, le defiendo. No puedes ningunear a un tío que ha quedado entre los cinco primeros en el Tour. El 99% de los deportistas mataría por conseguirlo.

Quién no.
Sí, pero también podemos recordar que Contador daba mucho espectáculo. Y, sin embargo, se tiró muchos años atacando y no ganaba. Pero a los equipos, al final, se les valora por lo que consiguen. Sin ir más lejos, en el último Tour. Pogacar fue muy mediático porque atacó más. Pero Vingegaard supo atacar en el día exacto. Y Enric es un poco así. Pero hay que ver que no arranca no porque no quiera, sino porque no puede.

¿Volvería a correr en ciclismo?
Qué pregunta. Pero si volviese a tener 17 años, sí.

¿Entonces por qué lo dejó a los 24 años?
Llegué y no me gustó. Me quedo con mis años de amateur. Es cuando más disfruté. Sí pienso que si el día de mañana tengo sobrinos les enfocaría más al atletismo que al ciclismo. Sobre todo, por la cuestión de la seguridad. Cuando me cambié al atletismo gané mucho en eso. Me quité el riesgo de estar en la carretera.

A nadie le importaría volver a la adolescencia.
No soy nostálgico, pero yo estoy convencido de que lo mejor está por llegar.

¿Y que será de usted en la vida laboral?
No lo sé. Espero compaginar unos años la comunicación con el atletismo. Pero tarde o temprano me volcaré en la comunicación. He trabajado dos años en la Cadena COPE donde llegué a ser redactor, locutor, hasta comercial. He estado en una star-up, donde fui creador de contenido… Quiero montar mi propia empresa. He terminado la carrera de comunicación y ahora he empezado publicidad.

Entonces entiende de periodismo.
Espero que sí. Tengo una visión peculiar del periodismo.

¿Y como es su visión del periodismo?
Un poco mala del sector. Se ha puesto de moda el clickbait. Se publica cualquier cosa con tal de que tenga visitas. Pero veo el caso del fútbol, el forofismo excesivo. No se encuentra la objetividad. Seguro que es imposible. Pero hay que tratar de buscarla y ahora ni siquiera se busca. Ahora triunfa la bufanda.

Siempre nos quedarán buenos narradores de ciclismo como Carlos Arribas, Juanma Trueba, Marcos Pereda….
Sí, sí, tal cual. El ciclismo tiene grandes narradores y los ha tenido como Javier Ares que tiene un lenguaje excepcional y para mí eso le hace grande. Pero hay periodistas nuevos que da gusto escucharles como Miguel Quintana que está en DAZN y que da gusto escucharle.

 


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