Inicio Noticias “Cuando fui maillot amarillo en el Tour de Francia no supe disfrutarlo....

“Cuando fui maillot amarillo en el Tour de Francia no supe disfrutarlo. Hoy me doy cuenta…”

Tiene un libro, ‘Pedaleando hacia el éxito’ que explica su carrera ciclista. Igor González de Galdeano fue un corredor brillante, un hombre que hoy tiene 50 años y los pies en la tierra. “Ahora mismo, iría a correr el Tour, incluso, en el coche escoba”.

 

Ahora, tiene 50 años y la vida se ve de otra manera. Ha escrito, incluso, un libro en el que Igor González de Galdeano también pone sentido común a la vida. Atrás queda su carrera ciclista en la que llegó a tocar el cielo con los dedos. Pero entonces se dio cuenta de que cuando eres ciclista te preparan para 22 días. Pero nadie te prepara para ser líder en un Tour y la presión que eso significa.

Durante ocho días fue líder del Tour de Francia. 
Sí, en la edición de 2002, hace 22 años.

¿Y qué se sentía en lo más alto del podio?
Alguna vez he leído a Induráin decir algo que es lo mismo que sentía yo. Allí arriba no era el hombre más feliz del mundo, porque estabas metido dentro de una ruleta. Tenías que pensar en el día siguiente. Te podía doler un dedo del pie y no dejabas de pensar y si mañana me sigue doliendo. Quiero decir que nunca paras y que es muy complicado disfrutar.

¿Pero se disfruta en el Tour? 
Sí, yo sí. Yo he disfrutado mi vida profesional. Lo que le decía antes. He ganado una etapa, he sido diploma olímpico. Sí es verdad que no te das cuenta de la envergadura de lo que has hecho hasta que te vas. No le das la relevancia a ese sueño como decía Induráin. Pero ahora mismo iría a correr el Tour, incluso, en el coche escoba.

Pero usted tuvo una gran carrera. 
Bueno, siempre se puede mejorar. Siempre digo que yo podía haber entrenado mejor pero no más. Mi esfuerzo fue total para ser ciclista profesional.

Y lo vivió a fondo. 
Sí. Yo recuerdo terminar el Tour, incluso los años en los que fui quinto, y estar ya pensando en la Vuelta a España. No había tiempo. El ciclismo son sensaciones. Lo que no hacías hoy te pasaba factura mañana. Y mire que yo supe desconectar. Y, afortunadamente, tenía amigos que me sabían sacar de esa burbuja.

¿Cómo?
Me recordaban que no todo es tan urgente ni tan importante.

Y llevaban razón.
Pero en la época de ciclista era más difícil, porque casi siempre existía la tensión de renovar contratos. Quizá por eso no duré tanto. Me retiré a los 31 años, cuando me faltaban dos meses para cumplir los 32. Hubo situaciones que me llevaron a tomar esa decisión. Y lo que sí recuerdo es que, una vez que tomé esa decisión, me quedé en paz. No sufrí porque tomé yo la decisión. Nadie la tomó por mí.

¿Qué tal se conserva ahora?
La gente me dice que me ve bien conservado. No sé si es porque a mi edad esperan verme calvo y gordo. Pero no es el caso. Sigo haciendo deporte. Entiendo que hay que cuidarse. Mi hábito es el de mantener la forma.

¿Y se machaca?
No, ahora ya no. Esa etapa ya pasó. Ahora disfruto del paisaje de la compañía y de la posibilidad de ayudare a los demás. La velocidad no está dentro de mi gen.  Tampoco es lo mismo que hace 21 años porque ahora, aunque quisiese, peso 17 kilos más. Pero, si volvería a nacer, sería ciclista, no lo dudo.

¿Y echa de menos esa vida? 
Era una vida en la que lo llevabas todo al extremo. No te separabas nunca de tu profesión. Pero resulta que ahora soy padre las 24 horas del día. Así que sigo viviendo en los extremos. La diferencia es que antes estaba en primera posición en casa. Ahora somos cinco en la familia y yo soy el sexto.

¿Y cómo se vive en la última posición?
Era una broma. Pero es verdad que si alguien quiere que le cambie la vida debe hacerse padre: ya nada vuelve a ser como fue. Y lo que busco, en mi caso, es un equilibrio personal y profesional. Sé que ya no soy ciclista y que ya no soy el centro de atención, que llego a casa y soy uno más. Pero eso me ha ayudado a poner los pies en la tierra.

¿Qué fue lo peor de ser ciclista?
El dopaje, ese dopaje que persiguió al ciclismo de mi época y que se convirtió en una persecución exagerada. El juicio social fue peor que el administrativo, terrible. La gente se olvidó de que, te dopases o no, sometías a tu cuerpo a un entrenamiento brutal.

Ése era el problema.
Te entraban hasta en las habitaciones. La factura fue muy fuerte. Pasamos de ser héroes a villanos. Y que te viesen como un villano cuando te esforzabas al máximo y no tenías culpa era muy duro.

¿Y ahora vive mejor?
No me quejo. Me he desarrollado en mi ámbito. Vivo tranquilo. Tengo estabilidad. He entendido que ése es el éxito más allá de ganar más o menos dinero. Y es lo fundamental que le pido a la vida: estabilidad. Y por ahora la tengo, la conozco.


Suscríbete a nuestro newsletter

Recibe en tu correo lo mejor y más destacado de BICIO

Deja un comentario

Please enter your comment!
Please enter your name here

Con la publicación de un comentario acepto expresamente recibir la newsletter y soy conocedor de que puedo darme de baja en cualquier momento de acuerdo a nuestra política de privacidad