Hay que escuchar a todo el mundo, entre ellos al gran Tony Rominger, ganador de tres Vueltas a España.
“En mi época, cuando terminaba las carreras, incluso una etapa del Tour de Francia, me tomaba una cerveza o una copa de vino. Y no era el único. En nuestro equipo lo hacían todos”.
En una época como esta, en la que se mide todo y los ciclistas están tan obsesionados con el peso, conviene recordar esa reflexión que Tony Rominger realizó en Bicio hace unos meses.
Rominger fue un ciclista que ganó tres Vueltas a España y un Giro de Italia en los años noventa. Según la Wikipedia, logró 92 victorias de profesional.
Si no hubiese sido por Indurain, hubiese sido el mejor de aquella época.
Sus compañeros contaban que era un profesional íntegro y que, aunque granizase en invierno, no perdonaba un entrenamiento.
“Siempre recordaré el primer año que vino con nosotros. Fuimos concentrados a Santi Petri en Cádiz tras las Navidades buscando buen tiempo. Pero llegamos y no dejó de llover ningún día y, mientras el resto hacíamos dos horas en bicicleta, Rominger hacia seis. No perdonaba ni un minuto y como apenas hablaba castellano, nosotros nos decíamos: ¿qué pensará este hombre de nosotros?”, recordaba Javier Mauleon en nuestro medio.
Sin embargo, ya vemos que eso no era incompatible para Rominger con una cerveza o una copa de vino.
“Si hubiésemos sabido que era mejor no tomarla no lo hubiésemos hecho”, admitía el propio Rominger, ganador de tres Vueltas seguidas entre 1992 y 1994.
“Pero lo que quiero decir es que en mi época no sabías que se podía mejorar con la alimentación hasta el extremo de hoy. Ahora sí se sabe y cada año se sabe algo más y es normal. También en la época de Eddy Merckx se sabía menos que en la nuestra”.
