Una sorpresa llamada David

El mountain bike irrumpe sin aviso en el medallero español

Gracias a un meritorio bronce para Valero que salva sofocos y decepciones

David Valero, durante una prueba

David Valero, durante una prueba / sport

Manoj Daswani

En apenas tres días de Juegos Olímpicos, a España se le han ido por el sumidero algunas medallas que se consideraban factibles (triatlón o esgrima), otras probables (hasta cuatro opciones en judo) y una prácticamente segura (la de John Rahm por el maldito e inexplicable positivo en covid). Así que ayer fue recibida como una auténtica bendición la exhibición de bronce -que sabe a oro- a cargo de un desconocido que en Izu rompió el cascarón del anonimato: David Valero, que sufrió lo indecible para firmar una remontada increíble y luego defender con absoluta determinación su sitio en el podio.

La rutilante plata de la sonriente Adriana auguraba un gran inicio de Juegos, pero las malas noticias empezaban a acumulársele a la delegación española, a la que el calor y los sofocos inesperados empiezan a pasarle factura.

Ya el primer partido de fútbol en Sapporo -en el estreno de la familia olímpica en esta cita nipona- fue una advertencia de lo que vendría después. Al equipo de Luis de la Fuente se le vio acogotado, fatigado, sin chispa. Pareció que era por la falta de vacaciones (muy evidente en casos como el del tinerfeño Pedri) pero también la humedad y la temperatura asfixiante son factores que dificultan sobremanera que nadie dé su mejor nivel.

En la madrugada del domingo al lunes quienes sufrieron los horrores del calor extremo fueron los triatletas. Obviamente no solo los españoles. Hasta el ganador, un héroe noruego de nombre Kristian, se quebró literalmente al llegar a la meta. La triarmada, mucho más atrás, no optó ni al diploma olímpico. La decepción superlativa para Mario Mola -se había puesto la carrera propicia para él- se suma a otras con las que tampoco nadie contaba.

En el tatami de judo han ido cayéndose las opciones de medalla hasta quedarse casi solo Nikolov, que se estrena este miércoles. También en taekwondo se evaporaron ayer las posibilidades de podio para Raúl Martínez en el primer combate del día, que perdió frente al croata Kanaet. Más compleja de entender es la eliminación prematura del florete de Carlos Llavador, apeado en la ronda inaugural frente al representante checo.

Mientras, algunas señales que desprenden los deportes colectivos tampoco son halagüeñas. En fútbol, ni tan siquiera la victoria a trancas y barrancas frente a Australia quita un ápice de tensión al España-Argentina de Saitama. Si la olímpica pierde, diría adiós a los Juegos. Casi un drama. En baloncesto, las chicas de Mondelo se trabajaron a pico y pala su victoria contra la correosa Corea (73-69) con una gran actuación individual de Laura Gil.

Mientras, en un Tokio casi ajeno al evento multideportivo se preparan estos días para la reapertura del Estadio Olímpico. Tras una inauguración más melancólica que brillante y el reparto de las primeras medallas en Japón, se abre paso el deporte rey. En atletismo, España sueña con otra carrera gloriosa de Orlando Ortega, un salto mágico de Ana Peleitero y sobre todo con Katir en el 5.000. No es su prueba fetiche, pero en el gremio ya todos hablan de su fulgurante eclosión. A cualquiera de ellos les valdría para acariciar la gloria un bronce como el de Valero. Por méritos propios, ayer fue el protagonista del día.